12 de diciembre de 2012

Pliego nº 47


María Corral, una sombrerera que usó la cabeza para pensar

A pesar de tratarse de un personaje contemporáneo, María Corral Cucalón, es un personaje desconocido para muchas personas. Fue una mujer trabajadora, discreta y sencilla pero a la vez una gran creativa y una generosa benefactora.

María Corral nació en Talavera de la Reina, provincia de Toledo, (España) el 6 de diciembre de 1896. Tenía un hermano mayor, Francisco. La familia Corral se trasladó a Barcelona después de una breve pero intensa estancia en Cádiz.

María buscó trabajo, y lo halló en la casa de modas "Marinette", la primera de sombreros femeninos en Barcelona. Empezó de aprendiz cuando contaba tan solo con 14 años. La joven María, de negros ojos vivarachos, entró bien en el oficio. A poco ascendió a primera oficial de taller, a modo de vigilante o supervisora pero sin dejar de hacer su trabajo. Cuentan la anécdota de que como era pequeña de estatura tuvieron que hacerle un taburete más alto, para alcanzar a ver todas las oficialas. Allí cumplió los 17 años.


Al desaparecer la casa "Marinette", se instaló por su cuenta. María se había especializado en una artesanía que cobró entonces un auge espectacular. Era el discurrir de los "felices 20". María, según palabras de algunas clientas y trabajadoras, obraba con tesón, con desvelo... usando un estilo muy suyo de trabajar sobre la misma cabeza de las clientas. El taller de María Corral, de Maruja, como la llamaban familiarmente, iba abriéndose paso en la sociedad barcelonesa.

Los años inmediatamente anteriores a la guerra civil marcan el apogeo de Modas Maruja. Trabajando sin descanso, incluso hasta altas horas de la noche, para tener a punto los encargos, siempre "urgentes" aunque fuese cinco minutos antes de la boda, del banquete o de la recepción. Llegó a conseguir un cierto desahogo económico y pudo adquirir una finca en las inmediaciones de Barcelona, en el término municipal de Terrassa, Barcelona (España), ella acariciaba el proyecto de dedicarla a alguna obra social.

María Corral
María era una mujer de enraizadas convicciones cristianas que ejerció con iniciativa y creatividad su condición de seglar, de laica emprendedora. Su fe alimentó su compromiso durante toda su vida.

Le tocó vivir las convulsiones del siglo XX, los movimientos obreros, la Semana Trágica, la guerra civil y la dureza de la post-guerra ¿Qué podía ella hacer para paliar tanto dolor? ¡Aquella finca de Terrassa! Allí acogió a muchachas convalecientes de tuberculosis. El proyecto la ilusionaba y por ello iba a trabajar en ella hasta los domingos.

La intención de María Corral era crear una obra que pudiese sostenerse por sí misma. Que con el producto agrícola de la gran finca se lograsen mantener las camas y la vida de las enfermas. Antes de entregarla a quien fuera, quiso dejar la finca completamente acondicionada, hasta los más mínimos detalles: camas, sábanas, cubrecamas, aceite para dos años, etc. Con los años y gracias a alguna de sus clientas, conseguiría la ayuda necesaria. En 1953 María Corral hizo donación de la finca a la Obra de la Visitación para que fuera destinada a la convalecencia de muchachas pobres. La puso bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, a quien tenía una gran devoción.

Fruto de todo ello, en 1954, y gracias al sub-director de Radio Nacional de España, Juan Viñas Bona, la serie radiofónica “Mujeres Extraordinarias”, le dedicó un programa a María Corral. El guión había sido escrito por Maria Teresa Cazurro, quien durante muchos años trabajó con ella. La noticia: “Se acaba de bendecir una obra benéfica que se ha hecho realidad gracias al esfuerzo y generosidad de una modista de sombreros”.

Después de la guerra, el sombrero femenino, quedó restringido a las fiestas y convenciones sociales pero "Modas Maruja" había adquirido tan gran renombre no sólo en Barcelona, sino en toda la geografía del estado. Ella seguía con sus obras generosas y anónimas, que no se conocieron hasta después de su muerte, gracias a numerosos testimonios de quienes la habían conocido.

En 1957  gracias a la voluntad y a las gestiones de Teresa Cazurro, la señorita Maruja, como la llamaban familiarmente sus trabajadoras, iba a recibir el primero y único reconocimiento a su generosidad: la Cruz de la Orden Civil de Beneficencia.

La imagen discreta y elegante que sabía ofrecer en los escasos actos sociales a los que asistía, o en el trato con sus clientas, no podía hacer sospechar la pobreza en que vivía María Corral, ya que todo lo que ganaba vistiendo las cabezas de tantas mujeres, lo convirtió en obras de beneficencia con una discreción total.

En 1964 María Corral enfermó gravemente y en los últimos meses de su vida, sufrió intensos dolores. Cuando empezaron las visitas pidió a la Sra. Comabella, quien la atendió hasta el final, que no hablase a nadie de sus necesidades económicas y de que no aceptase nada. La acompañaron también en todo momento, algunos sacerdotes de la Casa de Santiago, a quienes también donó una casa para el fomento de la formación de vocaciones sacerdotales. A ellos les formuló una serie de características que según ella, debían reunir los sacerdotes. Les hablaba de «un estilo responsable, trabajador, alegre, fino humor, educado, elegancia verdadera, respeto grande a la intimidad de las personas; un estilo de cultivo de la verdad, nobleza, lealtad, caridad, gusto artístico, delicadeza. Les aconsejaba ser hombres universales por ser con amor a la propia tierra, pero sin estrechez de miras. Hombres sin complejos y sin neurosis».

Ya en sus últimas horas de vida, María Corral afirmaba: «Yo sólo he tenido dos amigos a lo largo de mi vida: el trabajo y el Sagrado Corazón de Jesús. El primero ya me ha abandonado, el otro confío que no me abandone nunca». El día 28 de marzo, María Corral, dejó de sufrir. Murió como siempre había querido: pobre. En su casa tenía solamente 80 pesetas y algunas pequeñas deudas a sus proveedores del taller que saldaron sus amigos. Fue enterrada tras una lápida de mármol con la efigie del Sagrado Corazón, que ella misma había mandado realizar.

Su serena sonrisa sigue viva en todos los que gozaron de su amistad y como bien decía un titular de un periódico chileno en reconocimiento a sus capacidades, “María Corral fue una sombrerera que utilizó la cabeza para pensar”

Pasados algunos años, en 1980, el Dr. Alfredo Rubio de Castarlenas, una de las personas que acompañaron a Maruja en sus últimos años, conocedor de las profundas inquietudes humanas de esta sombrerera, quiso rendirle un homenaje póstumo, poniendo su nombre a una asociación dedicada a la promoción de valores humanos: el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral.

Elena Caballé
Barcelona (España)


Atisbos



Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de noviembre de 2012

Pliego nº 46


Somaly Mam

Quizás no todo el mundo conozca a Somaly Mam, gran luchadora camboyana de los derechos de las mujeres que han sido víctimas de esclavitud sexual. En 1997 creó, junto con su marido, la ONG Acción por las mujeres en situación precaria (AFESIP) que trabaja en Camboya, Tailandia, Vietnam y Laos.

Es uno de los pocos grupos que trabajan en Asia por reintegrar socialmente a estas víctimas (mayoritariamente mujeres y niñas)
. Su labor no es fácil en los contextos de pobreza, desigualdades de género y violencia estructural que se dan en esas sociedades. Tampoco lo es porque atenta directamente contra el enorme beneficio lucrativo que reporta a individuos, sociedades y gobiernos el tráfico de personas de este sexo para la trata. No por ser un sector oculto y más o menos clandestino deja de ser importante para todos ya que se desarrolla en distintos niveles y contextos que atentan gravemente no sólo contra los derechos humanos de millones de mujeres sino contra su salud y su supervivencia física.

Estudios realizados por la AFESIP, la APRAMP (Asociación para la Prevención y Reinserción de la Mujer Prostituida) y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, subrayan que la prostitución y la trata mueven entre 5 y 7 billones de dólares anuales afectando a 4 millones de víctimas. Este beneficio y el hecho de que se da en ámbitos locales y transnacionales, lo asemeja al negocio de las armas y las drogas.

El tema es complejo pues intervienen en él factores como las migraciones de personas (generalmente en situación de inmigración ilegal), la feminización de la pobreza, el consumismo  generalizado, el machismo de la sociedad que fomenta que haya personas en situación de postitución (generalmente mujeres), las organizaciones que se lucran de la misma así como quienes consumen prostitución (generalmente hombres).

La globalización ha agravado la feminización de la pobreza en los países pobres, lo que facilita el tráfico de mujeres y niñas a países ricos al verse la prostitución –desgraciada y lamentablemente- como una forma de supervivencia y desarrollo
. No es mera coincidencia que países como Camboya, Tailandia, Vietnam y Laos, que han optado por conseguir parte de su crecimiento económico fomentando la industria turística del sexo directa o indirectamente, sean pobres y poco industrializados. Hace décadas que, no sólo estos países de Asia sino otros, fueron alentados por organizaciones internacionales a desarrollar su turismo tolerando este salvaje tipo de explotación y esclavitud que sufren mujeres, normalmente jóvenes sin educación y de baja cualificación laboral.

Somaly Mam, ella misma nacida en una familia pobre y vendida por su abuelo como esclava y prostituta, es un claro ejemplo de superación, resistencia ante la crueldad y fortaleza transformadas en compromiso. Es el que todos, individuos y sociedad, deberiamos tener para liberar a tantas mujeres de la pobreza, el analfabetismo, la incultura y el autoritarismo patriarcal que se afirma a base de denigrar a la mitad de la sociedad. Sin esta acción comprometida se hace dificil desplegar maneras y recursos para la atención, protección y recuperación de estas víctimas y actuar coordinadamente desde los ámbitos jurídicos, sanitarios, sociales, educativos y policiales.

Conocer a mujeres como Somaly nos hace concienciarnos sobre este tipo de explotación cruel que se fomenta con orgullo y sin responsabilidades en ciertos ámbitos sociales masculinos. De hecho, si no hubiera esta demanda masculina no estaría tan extendida este tipo de oferta que alimenta el círculo de esclavitud sexual y tráfico de personas con este fin. La utilización del sexo como reclamo publicitario y gancho comercial lo banaliza hasta el extremo de convertirlo en un producto más de compra-venta.

En ésto juegan tambien papeles importantes la educación familiar y el ambiente social a la hora de atribuir roles de dominio y fuerza a los hombres. Cuando éstos no se cumplen en la realidad, se corre el peligro de buscarlos en otros ámbitos sin tener que enfrentarse a la propia inseguridad o a las dificultades cotidianas de entablar o mantener una relación humana. Educar en el poder, en el desdén por la vida, en el tener la razón, en el controlar, en el ganar y en el sometimiento induce a ver a las personas del otro género como un escenario idóneo donde proyectar ese bagaje aprendido. Cortar la transmisión educativa de estas actitudes ayudaría a que muchos varones se liberaran de ataduras y estereotipos sociales patriarcales que están en el subconsciente colectivo de muchas culturas pero que son poco humanizantes.

Sensibilizar a los hombres de su responsabilidad facilitaría también que afrontaran los conceptos que han formado de su propio rol y de las verdaderas consecuencias de ellos. En muchos casos, ellos son víctimas de ideas y roles equivocados que les impiden ver que de lo que se trata no es de separar a las personas en géneros y roles sino de saber qué significa ser persona.

Liberar a las mujeres de ser objetos sexuales de compra-venta y otros procesos de deshumanización también pasa por ir viviendo unas relaciones económicas menos materialistas, menos instrumentalizadoras y mercantilistas. En definitiva, otras relaciones humanas que no nos hagan vender de por vida nuestra libertad y realización personal con estereotipos femeninos y masculinos falsos e irreales que brindan lo que no somos ni podemos llegar a ser en realidad.

Ángeles González 

(Asia)
 

Atisbos

 

Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de octubre de 2012

Pliego nº 45


Edith Stein y el reposo

"Existe un estado de reposo en Dios, de total suspensión de todas las actividades de la mente, en el cual ya no se pueden hacer planes, ni tomar decisiones, ni hacer nada, pero en el cual, entregado el propio porvenir a la voluntad divina, uno se abandona al propio destino. Yo he experimentado un poco este estado, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando mis fuerzas, consumó totalmente mis energías espirituales y me quitó cualquier posibilidad de acción. Comparado con la suspensión de actividad propia de la falta de vigor vital, el reposo en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. En su lugar se experimenta un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que es preocupación, obligación, responsabilidad en lo que se refiere a la acción. Y mientras me abandono a este sentimiento, poco a poco una vida nueva empieza a colmarme y - sin tensión alguna de mi voluntad - a invitarme a nuevas realizaciones. Este flujo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no son las mías, y que, sin ejercer sobre ellas violencia alguna, se hacen activas en mí. El único presupuesto necesario para un renacimiento espiritual de esta índole parece ser esa capacidad pasiva de recepción que se encuentra en el fondo de la estructura de la persona."

Es un texto de madurez de Edith Stein y de gran actualidad. El reposo al que se refiere lo concreta en algo que parece inalcanzable: la suspensión de todas las actividades de la mente. Dicho de otra manera sería una experiencia de silencio interior, del que a lo largo de la historia han hablado los padres del desierto y la filosofía oriental. Alcanzar el silencio exterior no es fácil, pero se puede lograr. Acallar las voces de nuestro interior es mucho más difícil, nos parece una utopía inalcanzable. Pero Edith precisa que no es el “silencio de la muerte”, por lo tanto es un silencio vivo, en diálogo, es ser oyente de la Palabra (Rahner), que nos da “futuro y libertad” (A. Marqués).

En un mundo donde el individualismo nos ha llevado a la centralidad del yo: “yo elijo”, “yo decido”, “yo hago”, “yo soy el protagonista de mi propia historia”. ¿Cómo dejar “consumir mis energías espirituales? ¿Cómo permitir que algo o alguien nos robe nuestra capacidad de acción?. Edith renuncia a todo ello para entregar su porvenir, su futuro a la voluntad divina y además sin forzar la propia voluntad, es decir con una plena sintonía de voluntades. Hay una innegable resonancia del posicionamiento paulino: “ya no soy yo, es Cristo que vive en mí” (Gal 2, 20). Recordemos que Edith, como Saulo, vivió también un proceso de conversión del judaísmo al cristianismo. En el texto aparecen una serie de palabras clave que son como pinceladas vigorosas que definen un modo nuevo de entender la humanidad y la feminidad: “abandono” (confianza en un Ser superior); “experiencia” (no es fruto de la mera reflexión sino de la vivencia, y además una expeiencia humilde “yo he experimentado un poco este estado”"); “novedad”, en el sentido cristiano del término, es algo llevado a plenitud; “irreductibilidad”, semejante experiencia no puede reducirse ni minimizarse, es algo grandioso; “íntima seguridad” (“sé de quien me he fiado”,  2Tim 1-12). En contra de lo que pudiera parecer, esa vivencia íntima nada tiene que ver con “la falta de vigor vital”, es lo más opuesto: es la fuente de un nuevo vigor.
 
Otra palabra clave del texto es liberación. Edith fue una mujer interiormente libre: libre de preocupaciones, de obligaciones artificiales, de responsabilidades en lo que se refiere decisiones tomadas unilateralmente. Fue libre en su pensamiento, en su cultivo de la filosofía, en su decisión de abandonar el judaísmo, de entrar en el Carmelo, en fin, de entregar la propia vida en la cámara de gas.

Una vez llegado al punto de mayor aparente inactividad (el reposo en Dios) uno es capaz de lanzarse a la aventura de una actividad nueva: “una actividad y una fuerza que no son las mías”. La Biblia elogia la mujer fuerte (Proverbios 31, 10-31). A la luz de este texto de Edith Stein podemos entender que esta fortaleza no es el resultado de unas capacidades naturales, si no un verdadero don que se adquiere desde la aparente suma debilidad. “Es cuando soy débil cuando soy realmente fuerte” (2 Corintios 12, 1-10). “Porque lo que parece debilidad a los ojos de los hombres es fortaleza a los ojos de Dios” (Francisca Güell).

Concluye la que sería Santa Teresa Benedicta de la Cruz con una afirmación antropológica: “esta capacidad pasiva de recepción se encuentra en el fondo de la estructura de la persona.” El ser humano –hombre y mujer- es recepción. Cuanto más vacío estoy de mi mismo, más susceptible de llenarme del Otro. El asombro es el fundamento de todo quehacer filosófico. Pero hace falta un “renacimiento espiritual” para descubrirlo. En definitiva una dinámica de muerte y resurrección. Morir a la mujer vieja para nacer a la nueva. ¿No radica aquí la autenticidad del feminismo cristiano?

Jaume Aymar Ragolta
Decano de la Facultad de Filosofía de la URL
 
Barcelona (España)

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Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.


12 de septiembre de 2012

Pliego nº 44


Gracias a Clara

Hace un tiempo tuve la oportunidad de ver la película Clara Campoamor. La mujer olvidada. Así fue como  conocí un fragmento de la historia de España que yo desconocía:  “En el año 1931, en España se proclama la Segunda República. En este contexto, las mujeres son elegibles pero no pueden votar. Clara Campoamor y Victoria Kent son las primeras mujeres diputadas que pisan las cortes y se plantean muy firmemente luchar por los derechos de la mujer. Clara Campoamor sabe que eso pasa por una primera y gran conquista: el voto femenino. A partir de este momento, su lucha no es nada fácil. Muy pronto encuentra su primer obstáculo: sus propios compañeros de partido, republicanos, de izquierdas, temen que las mujeres voten influenciadas por la iglesia y, por ello, a la derecha, así que le dan la espalda. Ese argumento se generaliza y hace que Clara Campoamor se vaya quedando sola en el parlamento en su defensa del sufragio universal. Después de una lucha constante, y después de múltiples traiciones, el 1 de octubre de 1931, Campoamor consigue su objetivo: el voto para la mujer.”

Han sido muchas las mujeres que han protagonizado el devenir histórico en el siglo XX. De este gran número de mujeres, resaltaría las mujeres de principios de siglo, que con arrojo y valentía defendieron, sin igual, los mismos derechos y valores para hombres y mujeres.

Clara Campoamor es una de esas mujeres, que se hizo a sí misma, que luchó siempre contra todo, contra todos y contra todas para defender la igualdad de derechos de la mujer. “Mi ley es la lucha, decía, para conseguir una España en donde la cuna fuera un origen, no un destino, y donde la Ley no fuera un castigo sino un amparo.”

A Clara Campoamor se le debe, nada más y nada menos que, el sufragio universal en España, cosa aparentemente muy admitida hoy en día, pero que para que sea una realidad precisa que las mujeres tengan los mismos derechos electorales que los hombres, durísima tarea que ha consumido en casi todos los países las energías de varias generaciones de mujeres y de hombres amigos de la igualdad. En España, se consiguió de golpe, sin aparente esfuerzo, porque el esfuerzo lo hizo una persona sola. Clara en su discurso ante las Cortes el 1 de octubre de 1931 les recuerda: “Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis cómo ese poder no podéis seguir detentándolo.” (http://www.ciudaddemujeres.com/mujeres/Politica/CampoamorClara.htm)

Trabajar de verdad, todo lo posible, para que las mujeres sean lo que les corresponde es el cimiento de la nueva evangelización. Liberar a las mujeres de la esclavitud a la que están sometidas desde hace milenios, menospreciadas, minusvaloradas, humilladas, manipuladas, obligadas,… es lo que han hecho, hacen y siguen haciendo muchas personas, hombres y mujeres, a lo largo de la historia.

Clara Campoamor entendió y sintió que las mujeres han de ser consideradas como personas, personas en plenitud, con una dignidad enteramente igual al hombre. Por ello luchó y logró poner su granito de arena. Y ¿cómo poner nuestro granito de arena hoy en día? Siento que hemos de ser humildes, unos y otros, y aceptar cada uno lo que es, porque así, desde esta humildad, podremos encontrar una sana plataforma de igualdad, de amistad, de tolerancia, de colaboración... Y así, sin más, respetando cada uno de los distintos matices que tenemos, sin querer prevalecer unos sobre otros, hombres y mujeres seremos verdaderos iguales, amigos, con un amor fiel y leal, fraterno, que no se cansa nunca y que permanece abierto a los demás.

Anna Bundó Mas
Barichara (Colombia)


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Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de agosto de 2012

Pliego nº 43


Teresa de Calcuta: una mujer 'última'


La Madre Teresa de Calcuta, de nombre Agnes Gonxha (Skopje, 1910 - Calcuta, 1997), fue una mujer cuyo itinerario vital consistió en hacerse “última” con los últimos de la humanidad. Siguiendo los pasos de Jesús, sólo contaba con su pobre y frágil humanidad. Esta flaqueza suya fue la mayor fortaleza con la que contó para unir su corazón al corazón de un Dios que es padre y madre a la vez.

Teresa de Calcuta supo ser, como muchas mujeres, “casa” y consuelo para tantos necesitados que fueron cruzando por su vida. Ella fue en búsqueda de los que nada tenían y esa nada era la que compartía con ellas y ellos. Porque ella tampoco tenía nada.

Llega a nosotros una oración escrita por la Madre Teresa en donde se rezuma el gran deseo de ofrendarse a los demás sin desear nada a cambio, sólo estar al lado de la otra persona para amarla.

ORACION PARA APRENDER A AMAR

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida.
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua.
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo.
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro.
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos.
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien.
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión.
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender.
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos.
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.


Uno de los vectores de la Nueva Evangelización nos habla de liberar a la mujer. Precisamente la misión de Jesús al hacerse humano fue la de liberar a los hombres y mujeres que le fueron conociendo y dejar un testimonio de que esto era posible para que se fuera extendiendo. Ayudar a liberarse a la mujer es ayudar a liberar a la humanidad, por el papel tan vital que ella tiene en la familia y en la sociedad. En este sentido, Teresa de Calcuta fue una gran liberadora de la mujer y de la sociedad. Y no sólo por lo que hizo por los demás, sino por lo que consiguió en ella misma. El amor libera y fue el amor desinteresado, “último”, el que Madre Teresa propagó con su testimonio.

Javier Bustamante
Barcelona (España)

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Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de julio de 2012

Pliego nº 42


El desvelo por la paz

Escribía el filósofo J.M. Esquirol que, en ocasiones, la solidaridad es una suerte de desvelo, la más saludable de las caras del insomnio, la “de no poder salir de la vigilia, de no poder dormirse, de no poder abandonarse a la inconsciencia”. Este es el desvelo que ha mantenido a muchas mujeres en estado de alerta para incidir en bien de sus sociedades, para trabajar en bien de la paz. Trabajo que ha sido reconocido internacionalmente con galardones de gran prestigio.

En estas mujeres convive la formación con la astucia y la creatividad. Toda una tradición de vida al margen de los cauces institucionales ha agudizado, sin duda, la generación de vías alternativas para luchar por las cosas que han considerado necesarias o importantes. Y ello sostenido, fundamentalmente, por una tenacidad a prueba de cualquier intento de desaliento o desacreditación: quien ha crecido fuera de los baremos del reconocimiento, se sostiene sin que la falta de apoyo merme lo más mínimo el empeño decidido por mantenerse en la brega.

Bertha von Sutnner
En el caso del Nobel de la Paz, ha recaído sobre mujeres en varias ocasiones desde que Bertha von Suttner lo recibiera en 1905. Su texto "Abajo las armas" (Die Warfen nieder) se convirtió en un acicate para la sociedad de su tiempo: urgía describir con realismo qué es lo que la guerra genera y cuáles eran los ingredientes sociales que, en su opinión, actuaban como cómplices de esa lógica perversa que llevaba a resolver los conflictos a través de la guerra en lugar de hacerlo con el uso de la palabra.

Hace unos años, en 2003, era la jurista Shirim Ebadi quien recibía este prestigioso galardón, convirtiéndose en la primera iraní y la primera musulmana merecedora de él. Cuando Ebadi fue apartada de la judicatura con la llegada del nuevo régimen, se concentró en defender los derechos humanos de la mujer y la infancia, además de representar a disidentes y liberales perseguidos por la justicia. Es decir, su empeño es garantizar en lo posible el derecho a un juicio justo, a una defensa profesional de los ciudadanos perseguidos por su desafección al sistema imperante. Como tantas otras de estas mujeres, solo acepta el protagonismo como una contribución a la difusión del trabajo que se está llevando a cabo a favor de la justicia. El convencimiento de Ebadi es que la transformación ha de producirse desde dentro, por eso hay que vertebrar una sociedad civil que no permita a los gobiernos que lleven a la guerra a sus gentes. Por ello claramente se posiciona en que lo invertido en guerra, se invierta en estimular a los movimientos sociales para que sean ellos los que pasen a deponer pacíficamente a los gobiernos dictatoriales.

Y, sin ir más lejos, recordemos que el
Nobel de la Paz de 2011 ha sido adjudicado a tres mujeres, de largo recorrido activista en bien de la paz y la reconciliación. Se reconoce su lucha por las mujeres, cierto, pero el beneficio de esa tarea redunda en bien de todos por igual. Son agentes del cambio social y político de sus países. El primer ministro noruego afirmó tras hacerse público el nombre de las tres galardonadas, que se trataba de “un tributo a todas las mujeres del mundo y a su papel en los procesos de paz y de reconciliación.”

Ellen Johnson, Tawakkul Kerman y Leymah Gbowee
Procedente del ámbito de la economía, Ellen Johnson-Sirleaf se convirtió, al ganar las elecciones de Liberia en 2005, en la primera mujer africana que accedía a la presidencia de un gobierno estatal por vía democrática. Asumió un país roto y dividido por la guerra civil y prometió ser implacable con la corrupción. Poco antes de que esta mujer llegara al gobierno, había tenido lugar una singular campaña encabezada por la activista Leymah Gbowee, asistente social y miembro de la Red de mujeres por la paz y la seguridad en África. Una huelga de sexo fue secundada por mujeres de distintas etnias y religiones con un solo fin: detener la segunda guerra civil que desangraba a ese país, cosa que lograron en 2003. Esa fue, tal vez, la más pintoresca de las iniciativas, pero no fue menor la decisión de poner barricadas en las puertas donde los hombres estaban a punto de romper las conversaciones que tenían que llevar a un acuerdo de paz: no les dejarían salir de allí sin un acuerdo firme para terminar con la guerra.

La tríada reconocida en 2011 se completa con la periodista y política yemení, Tawakkul Kerman, que forma parte de la oposición activa al régimen dictatorial vigente desde hace treinta años en la persona de Saleh. Dada la vinculación de Kerman con el grupo de Mujeres Periodistas sin Cadenas, se considera que con su premio se respalda también a los jóvenes blogueros que han sido partícipes fundamentales de las primaveras árabes de 2011. Ella misma se apresuró a dedicar el Premio a todos los jóvenes y mujeres de las revoluciones pacíficas que han estado teniendo lugar en varios países africanos, considerando que el Nobel es una victoria para su revolución. 


El derecho de la persona a la vida y con él la posibilidad de consecución de la felicidad es lo que tantas mujeres a lo largo de la historia han defendido y promovido con su trabajo en áreas de la vida personal, familiar, social y política, aun cuando para hacerlo hayan tenido que desmarcarse de los roles adjudicados. Estas mujeres, en uso de su libertad, se han adherido y entregado a lo que, como ya decía von Suttler es la mejor de las causas posibles: la del pacifismo, entendiendo que la paz es condición de posibilidad para el desarrollo de una vida plena. Quizá por esa especial sensibilidad, no sea extraño que, dentro de la amplia minoría que suponen las mujeres premiadas con un Nobel con respecto de los varones (algo así como un 5%), sea en la categoría de la Paz donde mayoritariamente han sido reconocidas. 
 
Hay quien apunta que es la natural configuración biológica de la mujer preparada para la gestación y la atención de los recién nacidos, lo que hace que el trabajo por la paz de tantas mujeres sea un denodado empeño por proteger la vida de los seres humanos en cualquier circunstancia. Pareciera que, como escribía el escritor y periodista británico John Carlin, los habitantes de “países que han sufrido hace poco un trauma terrible, que están enfermos y necesitan sanar […] hubieran reaccionado, por un lado, de forma instintiva, recurriendo al calor materno; pero, por otro, desde un punto de vista más racional, como si hubieran llegado a la conclusión de que los viejos gobernantes egoístas y sanguinarios […] han acabado para siempre con la idea tradicional de que los hombres son los jefes naturales de la humanidad”. Quizás eso esté detrás del claro aumento del papel político de la mujer en muchos países: tal vez necesitamos que sean ellas las que guíen los países en los procesos de reconciliación y reconstrucción de un hogar común.

La fragilidad de los procesos de paz, reconciliación y democratización en estos países es evidente. Pero no lo es menos la fortaleza de las mujeres que hace años logran sacar la vida adelante allá donde todo parece agostado.

Natàlia Plá
Salamanca (España)


Atisbos




Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de junio de 2012

Pliego nº 41

   

Elisabeth Eidenbenz




La Maternidad de Elna from Javi Larrauri on Vimeo.

Elisabeth Eidenbenz nació en Wila (Suiza) el 12 de junio de 1913 y falleció el 23 de mayo de 2011 en Zurich (Suiza).

Hija de un pastor protestante, Elisabeth nació en Suiza, en Wila, el 12 de junio de 1913. Maestra de escuela, dio clases durante tres años en Suiza y después durante un año en Dinamarca; más tarde Elisabeth Eidenbenz decidió ser enfermera para ayudar a los refugiados en España. El Servicio civil internacional le propone en 1937 partir para España para una misión humanitaria durante la guerra civil española. Es en Madrid donde comienza su labor, ocupándose de ancianos y niños. Al caer la república española, Elisabeth parte para la región de Roussillon (Francia) en donde se encontraban muchos refugiados.

Aterrada de ver las condiciones de vida y en especial la malnutrición y las enfermedades, decidió ayudar a los niños, a las mujeres embarazadas y a las jóvenes madres. La mortalidad de los bebés y de las madres que daban a luz en los campos de refugiados era muy elevada.  Con el apoyo de un organismo suizo de ayuda a los niños, Elisabeth fundó, en una casa de campo, la Maternidad de Elna (Elna es un municipio francés situado en el departamento de los Pirineos Orientales, en la región de Languedoc-Roussillon).

De 1939 a 1944, Elisabeth Eidenbenz acogió refugiadas españolas a punto de dar a luz, y luego también madres judías, gitanas y de otros orígenes que huían de la guerra. Desde el 7 de septiembre de 1939, fecha del nacimiento del primer bebé, hasta Pascua de 1944, fecha en que la maternidad fue cerrada por el ejército alemán, su acción y la de las que trabajaban con ella, permitió a mujeres embarazadas, refugiadas de España y luego de toda Europa, dar a luz a 597 niños, en gran mayoría judíos o gitanos, salvando madres e hijos de la persecución nazi.

Mujer de gran fortaleza, Elisabeth decidió falsificar sus papeles de identidad para poder ir a la ayuda de ellos. En 1941 Elisabeth Eidenbenz explica su acción: “Nosotros acogemos mujeres de todas las nacionalidades. Ni la miseria ni la desgracia tienen patria”.

Después de la guerra, de 1946 a 1975, Elisabeth se fue a vivir a Retawinkel, Austria. Allí creó y dirigió las “casas suizas” para ocuparse de recién nacidos y niños refugiados de países de Europa central y oriental, bajo la dictadura comunista.

Sesenta años después, Elisabeth Eidenbenz hablaba con mucha modestia, de este compromiso excepcional, revelando una gran nobleza de corazón.

Elisabeth Eidenbenz obtuvo varias distinciones: Justa entre los Justos, en 2002 por el estado de Israel; la Cruz de la Orden civil de la solidaridad social, en 2006, otorgado por la Reina Sofía de España; la Cruz de San Jordi, en 2006, por el gobierno catalán y la Legión de Honor, en 2007, por el gobierno francés.

El Talmud, (libro que recoge las explicaciones de las normas religiosas judías) dice : “Quien salva una vida, salva al mundo entero”.

El Dr. Alfredo Rubio, cuando hablaba de la Nueva Evangelización y específicamente sobre la mujer, decía: “una mujer, sea quien sea, es casa, y tiene un corazón maternal y eso, se manifiesta en todas sus actuaciones, sean niñas, viejas, solteras, casadas, enfermas, sanas, célibes por el Reino de Dios”. Una mujer siempre es “caseidad” y amor maternal para todo el mundo.

Elisabeth Eidenbenz fue casa para otras mujeres y para los hijos de éstas. Trabajó con amor a favor de la vida; para que otros tuvieran una vida. Siendo casa para tantas mujeres en situación de fragilidad, mujeres despreciadas y minusvaloradas, trabajó con riesgo de su propia vida por su dignidad.

Trabajar por liberar a la mujer, con palabras y obras, es hacer posible que estas mujeres -libres de ataduras internas y externas- sean a su vez, fuente de vida y libertad, libres y liberadoras a imagen del Dios y de la vida.

María de Jesús Chávez-Camacho 
Ginebra (Suiza)

Atisbos



Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de mayo de 2012

Pliego nº 40


Rigoberta, Rosalina, … la mujer maya de los siglos XX y XXI


Este escrito aborda brevemente a dos mujeres, sin embargo,
es reflejo de muchas  mujeres indígenas que en Guatemala
 -y en toda Amerindia- han florecido aun en las circunstancias más adversas.

La configuración de su ser está impregnada del linaje maya-k’iche’, la espiritualidad maya y los valores cristianos. Nacida Guatemala en 1959 en la comunidad indígena de Uspantán en Quiché, Rigoberta Menchú Tum tiene como primer entorno un ambiente que, aunque pobre, es solidario; se trabaja por las necesidades de la comunidad la cual participa en la educación de los niños, enseñándoles de manera especial el respeto por la naturaleza. Su padre Vicente Menchú y su madre Juana Tum eran líderes de la comunidad. Desde niña tuvo una participación activa religiosa en la pastoral en su comunidad, y así, la espiritualidad maya se conjuga con la fe católica. Más adelante en su vida, tanto la Biblia como el Popol Vuh (“El Libro del Consejo” del Pueblo K’iche´) serán de gran importancia.

El momento histórico que le tocó vivir a la familia Menchú Tum coincide con una situación social injusta para los indígenas, manifestada entre otras situaciones por el despojo de tierras, la discriminación, el racismo.  Esto motiva a Rigoberta a participar en colectivos sociales y a aprender castellano para ampliar su ámbito de comunicación. También impacta su vida el conflicto armado interno (1961-1996) en que tantos guatemaltecos, indígenas y campesinos en su gran mayoría, experimentaron en carne propia el arrasamiento de sus aldeas, la persecución, el desaparecimiento, el secuestro, el asesinato, el estar entre dos fuegos. Consecuencia de esta violencia, en distintos sucesos, murieron el padre, la madre y un hermano de Rigoberta.

Su actuar para reivindicar a los pueblos indígenas y campesinos provocaron su persecución política y exilio, pero también la oportunidad en 1982 de convertirse en la primera mujer indígena en participar en la formación del Grupo de Trabajo sobre poblaciones Indígenas en la ONU. Asimismo, en 1992, le fue concedido el premio Nobel de la Paz por su trabajo en favor de la justicia social y la reconciliación étnico-cultural basada en el respeto de los derechos de los indígenas.1

El estudio de la Biblia le ha acompañado e iluminado. Como relata en el libro “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació laconciencia2  identifica la realidad de la Biblia con su realidad, que no es solamente para hablar y rezar, sino para integrar en su realidad. Así como Moisés trató de liberar al pueblo de la opresión, así ahora ellos (los dirigentes indígenas) son otros “Moiseses” para su pueblo. Como cristiana ella ve en la vida de Cristo un ejemplo a seguir.  De esta cuenta, Rigoberta con respecto a su trabajo como catequista se define como “una catequista que sabe caminar sobre la tierra y no una catequista que piensa en el reino de Dios sólo para después de la muerte.” 

La cultura maya k’iche’ también se ve reflejada en su trayectoria. Las enseñanzas de su madre para ser una mujer indígena digna, el estudio de libros mayas como el Popol Vuj y el Chilam Balam han tenido influencia en el respeto a la naturaleza y una visión femenina del mundo. Al respecto, Gloria Caudillo comenta cómo Rigoberta tiene expresiones como “la milpa de la esperanza”, “la Madre Tierra”, “la Madre Naturaleza”, que se asocian a la fertilidad, la maternidad, la feminidad; de igual forma, se plantea a sí misma “como mediadora entre un mundo y otro y con la reivindicación consciente que hace de la mujer para lograr el equilibrio social.”3

La historia de Rigoberta es la de miles de familias indígenas y campesinas que fueron despojadas de la figura paterna. Otro ejemplo es del de Rosalina Tuyuc, quien este año ha sido galardonada con el Premio Niwano para la Paz. La Fundación Niwano reconoce en Rosalina el gran potencial y sabiduría de los pueblos indígenas para definir caminos hacia la paz; asimismo, destaca su participación como mujer indígena, que con la fortaleza de sus creencias espirituales y valores culturales, es una líder y activista valiente en la reivindicación de los derechos humanos.

Rosalina, de linaje maya- kaqchikel, nació en 1956 en San Juan Comalapa, Chimaltenango, en una familia pobre, agricultora, de profunda espiritualidad maya. Por consecuencia del conflicto armado interno, perdió a su padre en 1982 y a su esposo en 1985. En 1988 junto a otras mujeres, fundó la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala con el objetivo de denunciar la política de represión que provocó el asesinato y la desaparición de sus esposos, hijos, hijas y otros familiares; también promovió la solidaridad de las mujeres viudas para aliviar necesidades básicas de madres e hijos en condiciones de orfandad.4

Han sido las mujeres indígenas –reconocidas o anónimas– quienes en muchos casos en el siglo pasado y éste siglo han reconstruido los núcleos familiares y sus  comunidades. Han optado por buscar justicia y hacer valer los derechos de los indígenas y campesinos. Son sembradoras de semilla de paz que con esperanza anhelan ver florecer.

Patricia Castillo
(Guatemala)

1- Algunas designaciones a Rigoberta Menchú
Presidenta de la Fundación Rigoberta Menchú Tum que busca apoyar el logro de la paz
Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO
Premio de la UNESCO "Educación para la Paz", 1990Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1998Candidata a la Presidencia de Guatemala en 2007 y 2011

2 – Elisabeth Burgos-Debray, Rigoberta Menchú, “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”, Argos Vergara, 1983

3 - Gloria Alicia Caudillo Félix, “Aproximación al discurso de Rigoberta Menchú” Revista Espiral #013, Universidad de Guadalajara, 1998. La autora hace un análisis del artículo de Rigoberta Menchú “Nuestra América 500 años” 20 de abril 1992.

4 – Algunas designaciones a Rosalina Tuyuc
Diputada al Congreso de Guatemala 1996 al 2000.
Dirigió el Programa Nacional de Resarcimiento.
Ha recibido varios premios internacionales en reconocimiento a su labor a favor de la paz


Atisbos



Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de abril de 2012

Pliego nº 39


Rosa Deulofeu*

Al empezar el día, la lectura del evangelio. Siempre con una sonrisa y con algún comentario sobre las palabras del buen Dios. Un desayuno compartido, sencillo, con las cuatro cosas que la economía solidaria que voluntariamente vivíamos nos permitía probar, pero con la alegría de saber que teníamos algo para comer. Iniciar el día compartiendo lo que hacíamos a lo largo de la jornada era uno de los rasgos que nos unía a lo largo del día. Al fin y al cabo, teje lazos y fortalece vínculos, porque permite pensar en lo que el otro lleva en el corazón y en la cabeza, y saberse muy unido en muchos momentos del día, cuando se piensa en quienes viven bajo un mismo techo.

Su jornada laboral la vivía siempre desde el servicio, ya sea para atender a tantos y tantos jóvenes que se acercaban, como para compartir el tiempo con quien quería desahogarse de todo aquello que desasosegaba su corazón. La atención a los más desvalidos casi cada día tenía un lugar en su corazón o su oído, escuchando las angustias de un joven en situación desesperada, las inquietudes de aquel que se descubría de repente sin norte, las incertidumbres de quienes les abrumaba el sin sentido, los ahogos de quién tenía que tomar decisiones valientes y emprendedoras, y compartirlas con alguien con criterio sosegaba su sufrimiento.

Ella era así. Rezumaba aquel olor de quien en medio de la tormenta sabe que puede arraigarse, dónde encontrar amparo, cobijo y serenidad. Ella era así, consuelo y apoyo para tantos otros que a la vez eran el motivo de su vivir, para poder desvivirse por ellos, para poderse entregar, agachándose y lavarles los pies, secándoles las lágrimas o intercambiándoles su peculiar e identitaria sonrisa que sólo la fe puede hacer tan transparente y patente.

Ella era así para que los demás fuéramos así. Era el sentido de vivir para algunos, era el raudal de alegría cada mañana para otros. Era toda transparencia, sin querer esconder sus debilidades y temores, sabiendo que Dios trabaja con la debilidad humana y la enaltece. Era instrumento a su servicio; conocedora de los propios límites y trabajaba con esfuerzo la humildad y pobreza de su ser, se anclaba en Él para devenir co-creadora con Él y ser toda una con el Creador.

Amable, por el hecho de hacerse fácilmente estimable. Humilde, por el hecho de reconocerse limitada y habiendo también fallado a los amigos. Transparente, por el hecho de no querer parecer lo que no era, no querer engatusar con falsas ilusiones ni hacerse poseedora de la verdad. Realista, en cuanto que no negaba las dudas, las inseguridades e inquietudes que su corazón también vivía. Creadora de confianzas, trabadora de puentes entre los enemistados o contrariados. Sufridora, por los que se sabían divididos entre ellos. Con voluntad de traer la paz y el entendimiento allí donde no lo había, en medio de la iglesia o entre los amigos más distantes.

Este fue el testigo y testamento de una mujer referente por tantos otros. Esta era la amiga que no se distanciaba incluso cuando pensábamos diferente y vibrábamos por diferentes proyectos de vida. Esta fue la mujer cuidadora de tantos y tantas, el secreto de la cual fue saberse cuidada por Dios entrañablemente. Esta era Rosa, con fragancia de flor, nacida en pleno abril. Con deleite de Dios y de los otros, con afán para vivir su plenitud como mujer creyente desde la coherencia.

Rosa de abril, cuidadora nata, mujer de cruz y de resurrección, sabedora que ésta está más allá del éxito y del fracaso.

Marta Burguet i Arfelis
Barcelona (España)

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* Rosa Deulofeu i González, nace en Barcelona el 29 de abril de 1959. Vive su adolescencia vinculada al centro parroquial de San Justo y Pastor, y la parroquia de San Jaime. En 1981 entra a formar parte del grupo Claraeulalias, donde vivirá la fe durante 13 años de su vida. Durante estos años cursará los estudios de Biblia y Teología y desde la Asociación cultural Ámbito María Corral, se introducirá en los medios de comunicación, elaborando un amplio número de guiones radiofónicos y artículos de prensa donde se traslucen los valores humanos y espirituales que vivía. En aquellos años inicia su dedicación al trabajo con los jóvenes desde la educación en el tiempo libre en el Movimiento de Centros de Esplai Cristianos, movimiento que presidirá. A partir de ahí inicia sus trece años de trabajo en la Delegación de Juventud del Arzobispado de Barcelona, creando la Escuela de Plegaria de Jóvenes en la catedral de esa ciudad, trabajando interdiocesanamente en el Directorio de Pastoral de jóvenes y las preparaciones de los encuentros del Espíritu. Participa como Madre Conciliar en el Concilio Provincial Tarraconense y activamente en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Santiago de Compostela, París, Roma y Toronto. Coordina el encuentro de Taizé celebrado en Barcelona en el año 2000 y destina sus últimos esfuerzos a la preparación del encuentro del Papa con los jóvenes en Madrid. Por aquellas fechas se le declara una enfermedad terminal que interrumpe su activa vida de servicio. En sus meses de enfermedad no deja de mostrar su esperanza, siendo acompañada de los suyos y de las muchas muestras de apoyo de tantos y tantos jóvenes a los que había sostenido en la fe. El 5 de enero de 2004 los Magos le traen el regalo del abrazo eterno con Dios Padre.

Atisbos




Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.


12 de marzo de 2012

Pliego nº 38


Rescatar el medio mundo que forman las mujeres

Vivo en una zona rural de Colombia y quisiera que este escrito, realizado por un hombre, fuera un sentido homenaje a las mujeres, pero en especial a las mujeres campesinas.

Escena 1: Al darse inicio en la eucaristía de nuestra vereda, que se celebra todos los primeros domingos de mes, el sacerdote comenzó pidiendo por las mujeres, especialmente en su mes, especialmente en la celebración del Día Internacional de la Mujer, especialmente por el día a día que es de la mujer y para ello pidió un caluroso y efusivo aplauso.

Escena 2: En la película The Help, (Criadas y Señoras), del director Tate Taylor, hay una escena conmovedora y es cuando Aibileen (Viola Davis), ingresa en el templo un domingo para el oficio y es recibida con una cascada de aplausos, el pastor la hace subir hasta el altar para que sea reconocida por toda la comunidad. Reconocimiento por su valentía, que no es otra cosa que hablar de sus experiencias, de su día a día, de sus vivencias como mujer negra al servicio de los blancos.

Un sencillo gesto como el aplauso para reconocer el trabajo, el esfuerzo, la dedicación, la abnegación del día a día de alguien tan importante como las mujeres. Sí, un reconocimiento puntual y a veces efímero, pero no por ello menos importante.

La chilena y ex presidente de Chile, Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, indicaba en su saludo el pasado 8 de marzo, "En este Día Internacional de la Mujer, me uno a las mujeres del mundo en solidaridad por los derechos humanos, la dignidad y la igualdad, un sentimiento que compartimos millones de personas y que nos lleva a luchar por la justicia y la inclusión. En este primer aniversario de ONU Mujeres, saludo a todas las personas, gobiernos y organizaciones que trabajan a favor del empoderamiento de la mujer y de la igualdad de género. Sepan ustedes que trabajamos con el mayor compromiso de cara al futuro"

En este sentido Ban-Ki Moon, Secretario General de la ONU, señalaba que "Pese a este impulso, falta mucho para que pueda decirse que las mujeres y las niñas gozan de los derechos fundamentales, la libertad y la dignidad que son su derecho de nacimiento y que garantizarán su bienestar. Esto es más evidente en las zonas rurales del mundo. Las mujeres y niñas de estas zonas, a quienes está dedicado este Día Internacional de la Mujer, componen la cuarta parte de la población del mundo, pero suelen ocupar los puestos más bajos en todos los indicadores económicos, sociales y culturales, desde los ingresos y la educación hasta la salud y la participación en la toma de decisiones..."

Las sociedades rurales siguen siendo unas sociedades ancladas en el pasado, es decir, patriarcales y sobre todo machistas. Hemos de hacer una reflexión serena entre todos. Una reflexión donde reconozcamos que mujeres y hombres somos iguales en derechos, pero también en dignidades y que ambos somos plenamente humanos, a veces se nos olvida eso. Hace falta una reflexión y una acción donde edifiquemos lo común, pero también reconociendo lo que tenemos de diferente.

La Iglesia trabaja por la Evangelización, a veces llamada también Nueva Evangelización. Pero si queremos construir la Nueva Evangelización partiendo del hecho de que la mitad de la humanidad está esclavizada tan injustamente, tan milenariamente, sobre esa situación es inútil hacer nuevas evangelizaciones. Mientras no tengamos una base firme de partida, que es la liberación total de media humanidad -que son las mujeres- no habrá punto de partida. Hay que empezar por aquí, creando un buen cimiento y en este caso el cimiento de la nueva evangelización es liberar a las mujeres de la esclavitud a la que están sometidas desde hace milenios, menospreciadas, minusvaloradas, sometidas, manipuladas, obligadas.

Pensemos en lo siguiente: en los primeros días de desarrollo todo feto va para mujer. El cromosoma ‘Y’, antes de desviar hacia el camino masculino, realiza una involución en el camino femenino recorrido, es decir, retrocede. Como consecuencia, al que va para hombre le quedan rasgos de haber iniciado el camino hacia mujer. Así pues la mujer es un prototipo con un plus profundo sobre el hombre que es el de la caseidad* y su corazón maternal y eso se manifiesta en todas sus actuaciones, sean niñas, viejas, solteras, casadas, enfermas, sanas, célibes por el Reino de Dios. Una mujer siempre es CASA y amor maternal para todo el mundo. Y si resulta que la mujer es prototipo y nosotros los hombre nos creíamos que éramos los reyes del universo sentados el nuestro trono de semidioses, hemos quedado destronados, y por otra parte no tenemos muy claro nuestro plus; pasamos como hombre por una época de perplejidad.

Y si es así, podríamos pensar: ¿por qué Cristo se hizo hombre y no se hizo mujer? Sencillamente porque se hizo servidor. La esencia del hombre es ser servidor heroico, dar la vida si es necesario para defender a las mujeres, defender a los hijos con las mujeres. Y en ese carisma nuestro de varón, no es sólo defender, se extiende a defender a todo ser que necesite ayuda, que sea inválido de alguna manera, como pueden ser los enfermos, los encarcelados, los prisioneros, los despreciados, los marginados. Es de nuestro carisma ser heroicos. Y sacrificados. O sea que la dignidad del varón es hacerse servidor y sacrificado heroicamente; la dignidad es ser heroico en el sacrificio necesario al servicio de la otra media Humanidad que son las mujeres.

Cristo no solamente escoge ser hombre para ser la parte más sacrificada de la humanidad, nos da ejemplo de heroicidad y muere en cruz por amor y por servicio. Nosotros tenemos a Cristo como ejemplo de ser hombre, ser servidores y ser heroicos. Aquí hay que pensar cómo se desenfocan entonces esas feministas que, no dándose cuenta de su gran dignidad, y siendo mujeres y aprovechándose de ser mujeres para vivir esa dignidad máxima que les corresponde en este orden, querrían ser como hombres.

Urge pues, como afirma Juan Miguel González-Feria en su propuesta de ‘Líneas de futuro de la sociedad’, que el varón recomponga su identidad. “Ésta, sólo podrá rehacerla a partir del realismo, a partir de la cordial aceptación de la arquetipez de la mujer. Es hora de que os varones aceptemos con decisión y con alegría, el plus propio de lo masculino. El pertenecer a la media humanidad que puede llamarse ‘frustrada’ a favor del conjunto” Por tanto, el papel de custodios y de soportes de la mujer en la maternidad. Es una tarea no menos importante que la femenina y que posee su propia especificidad. Hay que vivirlo sin complejos y sin prepotencias.

Y para terminar, no deberíamos de cansarnos de dar gracias cada día, por el aporte de las mujeres al mundo en general, para que este sea un poco mejor y más humano. Por eso a todas las maestras, amigas, mujeres, compañeras, madres, tías, abuelas, etc., feliz día de la mujer trabajadora.

*caseidad: esencia o plus de la mujer porque ella es casa; todo lo que hace, toda su prolongación, todo es la caseidad: es la prolongación de la mujer, es su marco, es todo lo que la rodea. Una mujer es casa, no puede dejar de ser casa en ninguna circunstancia, esté como esté y donde esté, y con el estado jurídico que tenga.

Mauricio Chinchilla
Barichara (Colombia)