12 de octubre de 2021

Pliego nº 153

Esperanza en la solidaridad del cuido a los enfermos 

 El cuidado personal y comunitario es un deber humano. Cualquier persona debe ser responsable del propio cuidado y corresponsable del cuidado del grupo humano. Esto es propio del ser humano social que debe cuidar su entorno familiar, laboral, social, etc. 

En cualquier momento todos podemos enfermar y según qué diagnóstico la persona se siente más limitada y frágil. Esta realidad requiere la ayuda solidaria de los demás. No es lo mismo tener un resfriado, un tumor o una enfermedad crónica o terminal. Estamos habituados a que muchos enfermos estén hospitalizados, pero hay otros que viven la enfermedad en su casa o en residencias, y algunos están muy bien acompañados y otros solos. 

¿Cómo cuidamos y acompañamos, como grupo humano o como sociedad, a los enfermos? La sociedad ante el enfermo ha pasado por distintas etapas. Quizá el ser humano al principio no sabía lo que era la enfermedad. ¡Cuántas aventuras médicas se han realizado sin ningún conocimiento de causa! ¡Incluso se atribuía la enfermedad a los dioses! Desde el momento que se reconoce científicamente la enfermedad y cómo tratarla, ha habido una evolución muy importante. 

 
Los acompañantes de los enfermos han ido dejando paso a los profesionales de los hospitales, de los centros de salud que se responsabilizan del proceso de la enfermedad y los acompañantes han pasado a un segundo nivel. Se ha ido desplazando el papel del acompañante, cuando muchos sabemos que este forma parte del entorno de la persona enferma y que si su presencia es deseada por el acompañante supone una dificultad no poder ejercer este gozo de sentir cerca a sus enfermos. 

Además, en los centros hospitalarios hay horarios muy reducidos por cuestiones higiénicas. Afortunadamente, en ciertos países y lugares hay una mayor apertura, e incluso se puede pernoctar junto los enfermos. Cuando el enfermo está en su hogar, con su familia o en su ambiente habitual, a pesar de todo, en buena parte sigue acompañado. Hemos de tener presente que la estructura de las viviendas es reducida y hay que conciliar los horarios de trabajo de la familia y de las personas que conviven. 

En muchos casos, la sociedad ha tenido y tiene miedos y tabúes ante la enfermedad y la muerte, quizás debido a malas experiencias que han causado pánico, extrañeza e incluso dolor frente al sufrimiento y la muerte. La sociedad necesita todavía hacer un proceso de aceptación propia y de los demás con todas sus consecuencias para dar más naturalidad al proceso de vivir y morir. 

La sociedad ha de aprender a estar enferma y compartir con normalidad cualquier enfermedad, la propia y la de los demás. Recientemente todos hemos vivido la experiencia del Covid-19 y el miedo al contagio. Podemos decir que buena parte de la sociedad ha empezado a entender la necesidad de acompañar a las personas más vulnerables, especialmente a las hospitalizadas, para poder estar, con cierta normalidad, serenidad y confianza al lado de los enfermos. ¡Cuantos ejemplos de solidaridad se han vivido durante el período del confinamiento! 

A la Medicina le corresponde educar para acompañar al enfermo adecuadamente. Hay magníficas experiencias de ayuda en la enfermedad oncológica de niños y de adultos, por ejemplo, en curas paliativas y en enfermos terminales en que se implica de una manera especial a los familiares y voluntarios que están cerca en este proceso. La buena medicina es la que cuenta también con la dimensión emocional que comporta aceptar la propia enfermedad y la de los demás. Cuando una persona está enferma es su propio “yo” y sus circunstancias psíquicas, emocionales y espirituales. 

Ciertamente podemos considerar personas “enfermas” las que se desentienden de sus familiares y amigos cuando estos contraen una enfermedad. Y podemos considerar una “grave enfermedad” cuando las personas se resisten a aceptar la propia enfermedad y la de los demás. Sin embargo, afortunadamente la madurez humana y el bien hacer está resurgiendo. No es momento de llorar por los necios que separan la enfermedad del bien ser social. Desgraciadamente estos seres que hoy no entienden el valor de acompañar, quizá algún día necesitarán una mano amiga que les ayude en el proceso del sufrimiento. 

Assumpta Sendra Mestre
Barcelona (España) 

 

Atisbo

 

 
Imagen acompañada de un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión. 

 

En Clave de 'Ser' - De qué somos herederos?

 

En Clave de Ser, un montaje radial, elaborado por el equipo del Espacio Dolores Bigourdan, para ayudar a la meditación y la reflexión.