12 de mayo de 2009

Pliego nº 4...............................'2ª Etapa'


María, las mujeres y la evangelización

El mes de mayo tiene un sabor especial mariano. Siempre con tonos pascuales. Así pues, giremos nuestra mirada a María, la madre de Jesús, para que nos ayude a contemplar el proyecto de lo que Dios quiere para nosotros.

Los cristianos no podemos olvidar que nuestra acción en el mundo es misionera. Evangelizamos al comunicar la gozosa nueva de que Cristo ha resucitado. Y, por ende, participamos ya de la nueva vida iniciada en nuestro bautismo.

Esta transmisión gozosa tiene dos caminos: por una parte se realiza sin que lo percibamos, cuando actuamos con amor de caridad, y, por otro lado, cuando programamos un quehacer para el bien de la humanidad y de la Iglesia.

Esta última senda la podemos contemplar hoy y la podríamos realizar a la luz de la Pascua y de María, faro que nos enseña a seguir a Jesús.

Y así, fijarnos en las mujeres. Ellas son más de la mitad de la humanidad y no en todas partes están liberadas. Más bien, en muchísimos lugares están, tan injustamente, esclavizadas. Además, se añade un lastre de miles de años de padecer esta situación.

Urge trabajar con esfuerzo y con ansia para que las mujeres sean aquello que les corresponde.


Nuestra actual sociedad, que padece tantos desequilibrios y guerras, está construida como un inmenso rascacielos, pero sobre unos cimientos de arena. Será necesario inyectar en la base un cemento especial de libertad y de reconocimiento de las mujeres, para que este edificio no caiga. Hay que liberar a la mujer del menosprecio, de la manipulación, de haberlas forzado, de sumisión, de infravalorarlas,...

Es una tarea evangelizadora liberar la mujer, especialmente en muchos países.

Desde la comodidad de ciertas sociedades occidentales, de lo que hemos venido a llamar primer mundo, podríamos pensar que no es necesario este esfuerzo porque ya se sabe y ya se vive, pues incluso hace años que tenemos mujeres ministras en muchos gobiernos.

Pero de hecho, nuestro mundo occidental, continúa en muchas facetas siendo machista sin darnos cuenta. Llevamos un lastre que arrastramos.

El proceso de liberación no se hace en dos días, son necesarios lustros para realizarlo plenamente, pero es preciso luchar cada día por ella.

José Luis Socías Bruguera
España

El milagro de Caná


Hay muchos tipos de preguntas; muchos modos de preguntar y otras tantas maneras de responder.

En el inicio de la vida pública de Jesús, éste le hace una pregunta a su madre. Ambos están en la celebración de una boda en Caná de Galilea (Jn 2,1-4). Y ya sabemos lo que María dice a su hijo en un momento crítico de la celebración: «No tienen vino». Claro y escueto. No le pide nada, no le pregunta nada y mucho menos se lo exige; se limita a mostrar algo que está ahí; algo evidente para una mujer siempre diligente ante las necesidades de otros.

La respuesta de Jesús también es clara aunque tiene forma de pregunta. Su requerimiento no es por qué se han quedado sin vino, ni cómo han sido tan poco previsores, ni si no será que alguien lo robó... Lo que pregunta remite directamente a un sujeto y a un objeto. Pregunta a María y pregunta qué puede hacer él al respecto.

Ya sabemos que las traducciones de los textos originales nos dejan versiones que muestran distintos matices. En una de ellas, Jesús dice «¿Qué tengo yo contigo, mujer?»; en otra, «¿Y qué tengo que ver con ello?»

Ante eso, María no responde directamente a Jesús, sino a quienes están alrededor: «haced lo que él os diga.» En su silencio hacia Jesús hay una rotunda respuesta: —Hijo, tú tienes todo que ver con ello; de ti depende que siga la fiesta aquí y en el mundo entero que sufre por falta de amor.

¿Qué tengo que ver yo con eso? No pongamos en esas palabras nuestra desidia, nuestra falta de ganas de complicarnos la vida. Porque Jesús, humildemente, lo que hace es pedir a María que sea ángel mensajero de Dios, que le muestre lo que puede hacer con el don de Dios, que sea la luz que ilumine los carismas con que Dios le ha dotado para bien de todos.

Y es que, a veces, son la mirada y la palabra de otros los que nos descubren carismas, don de Dios, misión. Porque ellos tienen esperanza en nosotros. La esperanza y la confianza obran milagros en las personas.

Está bien que preguntemos a los demás sobre Dios en nuestra vida: pertenece al ámbito de la amistad íntima. Al amigo se le pregunta en confianza, «¿qué ves en mí, en clave de Dios?» Como amigos, otros nos preguntan eso mismo, ¡qué exigencia...!

También nosotros intercambiamos preguntas y respuestas con Jesús, a la luz de como lo hacen él y María. Jesús nos pregunta qué tiene que ver con muchas cosas de nuestra vida: qué le pedimos, qué le dejamos hacer, en qué le dejamos entrar y en qué no.

Pero también nosotros haríamos bien en preguntarle qué tenemos que ver con eso, con la vida de otro, con sus cosas. Tal vez así se obrarían milagros a través nuestro.

No puedo evitarlo. Al contemplar la boda de Caná, a veces me pregunto cuál es el verdadero milagro, si que el agua se convirtiera en vino, o que aquellos sirvientes confiaran e hicieran algo absurdo que un invitado, Jesús, les dijo por indicación de una mujer llena de luminosa certeza.

Natàlia Plá Vidal
España

Atisbos


Aquí se recoge escritos y pensamientos de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer a nuestros lectores un espacio de reflexión.

Son escritos y pensamientos algunos recogidos por ella y otros que forman parte del itinerario de su vida.


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“Humildad de María
Ella prefirió borrarse, desaparecer, es decir, dejar todo el sitio para su Hijo, para los apóstoles; lo cual no le impidió trabajar de una manera muy efectiva, pero en la sombra, colaborando en la obra de Jesús.”


“La virgen del ‘sí’
Dios la encontró siempre preparada, siempre dispuesta. Su única preocupación fue conocer los designios de Dios sobre ella para poder realizarlos.
La virgen nos dirige estas palabras «Haced todo lo que él os diga».
Señor, ayúdanos a saber reflexionar y descubrir tu voluntad en todo cuanto nos ocurre. Nada ocurre por casualidad, nada ocurre sin tu beneplácito.”


“Se ve en María un modelo acabado de vida contemplativa, silenciosa y oculta.”