12 de abril de 2024

Pliego nº 183


La ternura, signo visible del amor de Dios 


En la Sagrada Escritura la misericordia, la compasión y la ternura están íntimamente ligadas y tienen su culmen en el amor. Es como si se tratara de una dulce trinidad en donde la una sin las otras no pueden ser. De hecho, sin misericordia no hay compasión y sin ternura no hay misericordia. 

Me viene a la mente el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; juntos son una unidad indivisible y, sin embargo, cada uno íntegro y completo. El Padre, la infinita misericordia, el Hijo, la entrega total y el Espíritu Santo, la ternura que emana del eterno amor del Padre y el Hijo. 

Cuando pienso en mis experiencias de ternura profunda no puedo evitar pensar y sentir el amor; ese que te descoloca y te cimbra por dentro. Desde la entrega incondicional de mis padres y mi hermano. Hasta el loco amor que siento por mi hija, pasando por supuesto por el amor a mi compañero de vida y mis amigos.  

Son muchos los momentos que me han tocado el alma por la ternura. Pero nombraré dos. 

Cuando nació Irene mi hija yo estuve muy grave y al darla a la luz, casi inmediatamente se la llevaron y apenas pude verla. Pero en esos breves instantes, cuando la vi por primera vez - de perfil mientas yo estaba acostada debatiéndome entre la vida y la muerte -, vi sus ojos, su indefensión, su tamañito y su grandeza. En ese momento sentí en la piel que todo el dolor, mi entrega y mi sufrimiento por la vida que estaba dándole valían absolutamente la pena. Por el simple hecho de verla existir mi corazón estallaba de amor y ternura. 




Cuando yo era adolescente vi llorar a mi padre, quizá por primera vez. Estaba yo pasando un momento muy duro de rebeldía que me condujo a situaciones graves y peligrosas. El amor de mi padre, su preocupación iban cargados de una enorme misericordia. Estábamos en un restaurante hablando, y pude ver cómo caían lágrimas de dolor, cómo realmente le habían herido mis actos y mi inconsciencia. En ese momento sentí mucha ternura por él, me di cuenta que lo que hacía no era bueno y rectifiqué mi conducta. Me di cuenta de cuánto me quería y cómo me perdonaba. Más tarde comprendería que ese mismo sentimiento es el que sentiría hacia Dios Padre. 

La ternura es el amor que emana del corazón de Dios, así que si todos la sentimos es porque participamos de ese gran don. 

San José participó de ese corazón enamorado y lleno de amor, María al pie de la cruz, viendo morir a su Hijo también. Y cada uno de nosotros, al dar la vida, al amar y al entregarnos participamos de esa ternura que es la más fina caricia que podemos dar y recibir unos a otros. Tanto en los momentos dolorosos como en las alegrías más grandes. De lo que se trata, simple y complejamente es de amar con misericordia y entrega divinas. 

 Claudia Soberón Bullé-Goyri
Barcelona


Atisbo

 


Imagen acompañada de un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.


En Clave de 'Ser' - Actitudes Nómadas



En Clave de Ser, un montaje radial, elaborado por el Equipo del Espacio Dolores Bigourdan, para ayudar a la meditación y la reflexión.