12 de febrero de 2013

Pliego nº 49

Alegrarse de las cualidades y actitudes de los demás


El décimo mandamiento dice: no envidies, no te entristezcas de que el otro tenga algo. La persona envidiosa quiere tener los bienes de manera exclusiva, que nadie más no los tenga.

Siento envidia de que el otro tenga algo, independientemente de que yo tenga eso o no lo tenga, o incluso teniendo yo y en mayor cuantía. Dolerse, entristecerse de que el otro tenga cosas buenas sean estas cosas materiales o cualidades personales, esto es la envidia.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución  Gaudium et Spes, en su número 17, dice: “La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad (...) Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección”. Teniendo esto en cuenta, que la vocación del ser humano es la búsqueda y el encuentro con Dios Creador, y viendo que los Diez Mandamientos van decreciendo en importancia, tienen un sentido descendente, nos es lícito poder verlos a la inversa, como ese camino humano y religioso que nos va acercando cada vez más plenamente a Dios Padre, sabiendo y no perdiendo de vista que la ley mosaica no es suficiente para la vida de un cristiano. No olvidemos que nos estamos moviendo en el Antiguo Testamento y a nosotros los cristianos, nos faltaría todo el Nuevo Testamento, que es donde se nos revela de manera plena a Dios y al Ser Humano.

Los Mandamientos son una propuesta “moral” que ayuda a articular la convivencia, desde una perspectiva humana y también religiosa. En este sentido, podemos contemplar los diez mandamientos divididos en dos bloques claramente distinguidos, por una parte, tenemos los mandamientos que van del uno al tres y que están enmarcados en nuestra relación con Dios, y en el segundo bloque, nos encontramos los que están directamente relacionados con la convivencia humana y son los que van del quinto al décimo. El cuarto nos hace de eslabón, de unión entre los dos bloques (lo transcendente y lo inmanente).

No codiciarás los bienes ajenos; es decir, no desear con vehemencia las cosas buenas que los otros poseen. Claro que nos es lícito desear cosas buenas para nosotros y para otros, pero lo que no es tan lícito es desear aquellas cosas que son de otras personas y máxime si estas le son necesarias para su diario vivir. Desear, apetecer algo que tienen otros es definido por el diccionario como envidia, pero la definición no queda ahí sino que va más allá y nos dice que tener envidia es dolerse del bien ajeno.

Esto también lo podemos trasladar al campo de la vida religiosa y espiritual y ver cómo en muchas comunidades o grupos religiosos se envidian los carismas los unos a los otros. Estas envidias comunitarias, hacen de la convivencia algo irritante y poco constructoras de reino de los cielos aquí en la tierra. Se nos olvida aquello de Pablo cuando nos dice que los carismas y funciones en la Iglesia son variados, pero que todos están al servicio del cuerpo y forman parte de él; entre todos formamos el todo y a unos nos tocará ser uña, a otros manos, a otros ojos, a otros corazón, a otros cabeza… Y que cuando una parte se resiente, se resiente todo el cuerpo, por eso es importante aceptar nuestra realidad más íntima de ser y desde la humildad de sentirnos lo que somos, aceptar y con alegría, lo que los otros son y las cualidades o cosas que puedan poseer.

Como vemos este décimo mandamiento y último es el más débil y el más sencillo, sólo nos pide ser capaces de abrirnos un poco a los demás: no entristecerse de que los demás tengan cualidades, actitudes, buena salud, inteligencia, fe… o simplemente cosas materiales.

No envidiar es el primer escalón para ir construyendo una sociedad armónica y pacífica, pues más que entristecerme, me alegro de las cualidades y actitudes de los demás.

Diego López-Luján
Santiago de los Caballeros 
(República Dominicana)


La fe del que sufre


En este año de la fe se me ha pedido que hable de la fe del que sufre, cómo experiencia personal de quien se ve probado en su vida. Esta consideración se hace desde un lugar concreto que es el centro hospitalario COANIQUEM (Corporación de Ayuda al Niño Quemado), que está fundado en Santiago de Chile.

En la preocupación de proporcionar una atención integral a los niños quemados, se ha considerado también una ayuda espiritual para las familias afectadas que lo deseen. Por esto, en ese centro, en abril de 1995 fue inaugurado por el entonces Arzobispo de Santiago, Cardenal Carlos Oviedo Cavada, el Santuario de Cristo Flagelado.

Dicho Santuario acoge al mundo del dolor, al estar dedicado al sentido redentor del sufrimiento humano. Una bella imagen del Señor atado a la columna preside el templo. Esta figura es una réplica de la que se venera en el Santuario de Wies en Baviera (Alemania), al cual COANIQUEM está ligado espiritualmente. Además, la Santísima Virgen está representada por una imagen como María Causa de Nuestra Alegría.

El Santuario, además de estar regido por un Rector y un Diácono permanente, cuenta con el apoyo de una Confraternidad de fieles para su labor pastoral. Esta Confraternidad de Cristo Flagelado, creada el 9 de noviembre de 1996, tiene como misión orientar y conducir este accionar integrando el quehacer de COANIQUEM a la comunidad nacional e internacional de las que provienen los niños quemados, expresando la visión trascendente de la institución, y creando un espacio religioso de acogida a quienes sufren alguna necesidad.

En esta óptica es donde ejerce su labor pastoral el Rector y el Diácono, visitando y tomando contacto con los niños quemados y sus familiares que acuden a ese centro hospitalario para ser asistidos. Es una labor delicada por lo que significa el trauma sufrido por el niño quemado y también por el correspondiente sentido de culpa o responsabilidad de los padres ante el accidente ocasionado a su hijo. Es entonces oportuna una palabra de consuelo y de esperanza ante el dolor y, al mismo tiempo, hacerles sentir cómo el sufrimiento personal se une al dolor y sufrimiento de Cristo en su imagen del Flagelado.

Teniendo en cuenta que los que acuden al centro hospitalario pertenecen a diversas confesiones religiosas, para todos hay unas palabras de consuelo y esperanza, y se invita particularmente a los católicos a frecuentar el Santuario, bien sea en la celebración diaria de la Misa, bien sea en un momento de oración para pedir la pronta curación del niño quemado.

Como el centro se distingue por una marcada actitud de acogida familiar, así también con el servicio pastoral se trata de ofrecer una acogida espiritual que ayude a abrir e iluminar el camino de la fe, lo cual hace sentir a los familiares del niño quemado un sentimiento de serenidad y de confianza en el Señor, que ha ofrecido sus dolores y su vida por todos nosotros.

Miguel Huguet Ameller
Rector del Santuario de Cristo Flagelado
Santiago de Chile (Chile)

Atisbos



Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de enero de 2013

Pliego nº 48




Los que tenemos una cierta edad, vibra en nosotros de una manera especial, el Concilio Vaticano II, que se inauguró hace 50 años. Fue un acontecimiento muy especial en nuestro mundo occidental y de una manera especial, en nuestros ambientes católicos: en las parroquias, en grupos de jóvenes cristianos, y también en personas mayores que se emocionaban con las noticias, que iban llegando día a día, -sin la inmediatez instantánea que hoy se mueve el mundo- pero como una lluvia mansa que riega la tierra y le da vida. Los que ya estamos en la llamada Tercera Edad (de los 60 a los 90 años) recordamos aquella convocatoria que hizo aquel Papa de gesto bondadoso, que era Juan XXIII.

No es de extrañar que en la conmemoración de medio siglo de historia contemporánea, desde la iniciativa de la cúpula eclesial, se organice el Año de la Fe. También en recuerdo de otro aniversario, el veinte, que es el de la promulgación  del Catecismo de la Iglesia Católica.

Este "Año de la Fe", convocado por el papa Benedicto XVI, tiene como finalidad poner en práctica la misión evangelizadora de la Iglesia, que ya se mencionaba en aquel documento conciliar (Constitución Dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia). Que sea pues este 'Año', como una «consecuencia y exigencia postconciliar».

Un documento base y punto de partida es "Porta fidei", presentado por el Papa el mismo día 11 de octubre pasado, aniversario del día en que se proclamó el anuncio del Concilio. Nos introduce en el tema de la comunión con Dios, adentrándonos en la Iglesia y siguiendo el camino que las Sagradas Escrituras nos señalan: «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada». Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino.

“Porta fidei” nos propone redescubrir el camino de la fe para iluminar, de manera cada vez más clara, la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. Y lo matiza con estas palabras: Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios,

El Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor. Este Amor lleva al hombre a una nueva vida: «Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva» (Rm 6, 4).

Pero este “Año de la fe” nos mueve a tener esperanza y a practicar la caridad: «Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra. (cf. Mt 28, 19).

El “Año de la fe” deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Es hermoso un conjunto de párrafos que forman una harmonía:
Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó...
Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro…
Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida…
Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio…
Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejándolo todo…
Por la fe, hombres y mujeres de toda edad han confesado la belleza de seguir al Señor Jesús.

El Santo Padre pide “que nadie se vuelva perezoso en la fe”.  Y nosotros desde estas páginas del Pliego, a lo largo de los meses de este año iremos publicando artículos enmarcados en este “Año de la Fe”. Tenemos una amplia temporada (del 11 de octubre pasado al 24 de noviembre de 2013, que suman más de 400 días) para entusiasmarnos con la gracia de Dios, que es contemplar su presencia en nuestras vidas.

José Luis Socias Bruguera
Barcelona (España)
 

Fe en Colombia


Acabamos de rememorar el nacimiento del amor, la palabra, la verdad, la belleza y la libertad hecha niño. Con gran devoción decoramos nuestras casas dentro y fuera con luces de colores, con el Belén, Nacimiento ó Pesebre como solemos llamarle en Colombia.

En esta época realizamos una tradición familiar, la novena de navidad que reúne en medio de la oración a los amigos y compañeros en su trabajo ó en el sitio donde más horas se permanece al día.  La novena de navidad es una esta tradición aprendida y conservada desde la casa materna la cual propicia el encuentro y la fiesta, esta devoción al Niño Dios, nos recuerda la encarnación y paternidad de Dios, la Virginidad  de María, el amor y la libertad de San José como padre adoptivo, igualmente rememora la persecución y la pobreza en que nació el Niño Dios invitándonos a ser más humildes.

Una de las frases que reza la oración al niño Jesús en esta devoción es:  "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". En Colombia gran parte de nuestras necesidades, nuestra confianza en el cielo prometido se encomienda por esta época.

Los obsequios no los trae Noel ó los Reyes Magos, los ofrece el Niño Dios a otros niños, ó a quién “ha sido juicioso, es decir, quién se ha sido buena persona ó quién se ha comportando benévolamente durante el año trascurrido”.

En Navidad hay días de vacaciones, se incrementan los desplazamientos hacia las poblaciones de origen. La familia y amigos después de rezar la novena de navidad encuentran el espacio propicio de reunión para “adelantar cuaderno” y  hacer una tregüa en el camino que ocasionalmente culmina en un redireccionamiento de la vida. Es el momento propicio para encontrar caminos de reconciliación y perdón.

Aunque no todo sea felicidad por esta época. Encontramos aún en nuestras estadísticas personas que apuestan por el exceso de comida y la embriaguéz que deja “la rumba” desenfrenada; también en buena parte el déficit de cuidado que trae como consecuencia la tragedia de niños quemados con pólvora ó fuegos artificiales, los incendios forestales por los “paseos de olla” de los puentes festivos en los que se dejan botellas y colillas de cigarrillo tirados en el césped; igualmente, encontramos accidentes de tránsito ocasionados por  la imprudencia del chofer que conduce embriagado ó cansado y negligencia la realización de una optima revisión técnico mecánica del auto.

Es más fácil en navidad recapitular nuestro deber cumplido ó incumplido de los últimos 365 días vividos, volviendo a nacer a los buenos propósitos del año que igualmente inicia.

Nuestra fé y esperanza en la paz de Colombia suele por esta fecha, aflorar en el corazón. Es en este momento, cuando debemos sin apasionamientos observar la infancia de Jesús y al Cristo histórico en ese padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana, amiga, amigo y prójimo engañado, despreciado, humillado, ultrajado, secuestrado, extorsionado que ha sufrido las consecuencias de un país violento, quizás, también por nuestra propia intransigencia como personas, familia y sociedad.

Es tiempo de trascender, de hallar la verdad en el reconocimiento de nuestras faltas, de pedir perdón y de resarcir a quienes ofendimos ó con quién “nos hemos hecho los de la vista gorda” al dejar de actuar pudiendo haberlo hecho, evitando desgastarnos así, en el hallazgo de culpables.

Propiciemos entonces, gestos de bendición y abrazos reconciliadores, a través del grato recuerdo ó la presencia entre nosotros de esos padres, madres, hijos, hijas, hermanos, hermanas, amigos, amigas y prójimo, resucitados con nuestros cambios de actitud y nuevos propósitos.

Elsa Victoria Lizarazo Díaz
Bucaramanga (Colombia)

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Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de diciembre de 2012

Pliego nº 47


María Corral, una sombrerera que usó la cabeza para pensar

A pesar de tratarse de un personaje contemporáneo, María Corral Cucalón, es un personaje desconocido para muchas personas. Fue una mujer trabajadora, discreta y sencilla pero a la vez una gran creativa y una generosa benefactora.

María Corral nació en Talavera de la Reina, provincia de Toledo, (España) el 6 de diciembre de 1896. Tenía un hermano mayor, Francisco. La familia Corral se trasladó a Barcelona después de una breve pero intensa estancia en Cádiz.

María buscó trabajo, y lo halló en la casa de modas "Marinette", la primera de sombreros femeninos en Barcelona. Empezó de aprendiz cuando contaba tan solo con 14 años. La joven María, de negros ojos vivarachos, entró bien en el oficio. A poco ascendió a primera oficial de taller, a modo de vigilante o supervisora pero sin dejar de hacer su trabajo. Cuentan la anécdota de que como era pequeña de estatura tuvieron que hacerle un taburete más alto, para alcanzar a ver todas las oficialas. Allí cumplió los 17 años.


Al desaparecer la casa "Marinette", se instaló por su cuenta. María se había especializado en una artesanía que cobró entonces un auge espectacular. Era el discurrir de los "felices 20". María, según palabras de algunas clientas y trabajadoras, obraba con tesón, con desvelo... usando un estilo muy suyo de trabajar sobre la misma cabeza de las clientas. El taller de María Corral, de Maruja, como la llamaban familiarmente, iba abriéndose paso en la sociedad barcelonesa.

Los años inmediatamente anteriores a la guerra civil marcan el apogeo de Modas Maruja. Trabajando sin descanso, incluso hasta altas horas de la noche, para tener a punto los encargos, siempre "urgentes" aunque fuese cinco minutos antes de la boda, del banquete o de la recepción. Llegó a conseguir un cierto desahogo económico y pudo adquirir una finca en las inmediaciones de Barcelona, en el término municipal de Terrassa, Barcelona (España), ella acariciaba el proyecto de dedicarla a alguna obra social.

María Corral
María era una mujer de enraizadas convicciones cristianas que ejerció con iniciativa y creatividad su condición de seglar, de laica emprendedora. Su fe alimentó su compromiso durante toda su vida.

Le tocó vivir las convulsiones del siglo XX, los movimientos obreros, la Semana Trágica, la guerra civil y la dureza de la post-guerra ¿Qué podía ella hacer para paliar tanto dolor? ¡Aquella finca de Terrassa! Allí acogió a muchachas convalecientes de tuberculosis. El proyecto la ilusionaba y por ello iba a trabajar en ella hasta los domingos.

La intención de María Corral era crear una obra que pudiese sostenerse por sí misma. Que con el producto agrícola de la gran finca se lograsen mantener las camas y la vida de las enfermas. Antes de entregarla a quien fuera, quiso dejar la finca completamente acondicionada, hasta los más mínimos detalles: camas, sábanas, cubrecamas, aceite para dos años, etc. Con los años y gracias a alguna de sus clientas, conseguiría la ayuda necesaria. En 1953 María Corral hizo donación de la finca a la Obra de la Visitación para que fuera destinada a la convalecencia de muchachas pobres. La puso bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, a quien tenía una gran devoción.

Fruto de todo ello, en 1954, y gracias al sub-director de Radio Nacional de España, Juan Viñas Bona, la serie radiofónica “Mujeres Extraordinarias”, le dedicó un programa a María Corral. El guión había sido escrito por Maria Teresa Cazurro, quien durante muchos años trabajó con ella. La noticia: “Se acaba de bendecir una obra benéfica que se ha hecho realidad gracias al esfuerzo y generosidad de una modista de sombreros”.

Después de la guerra, el sombrero femenino, quedó restringido a las fiestas y convenciones sociales pero "Modas Maruja" había adquirido tan gran renombre no sólo en Barcelona, sino en toda la geografía del estado. Ella seguía con sus obras generosas y anónimas, que no se conocieron hasta después de su muerte, gracias a numerosos testimonios de quienes la habían conocido.

En 1957  gracias a la voluntad y a las gestiones de Teresa Cazurro, la señorita Maruja, como la llamaban familiarmente sus trabajadoras, iba a recibir el primero y único reconocimiento a su generosidad: la Cruz de la Orden Civil de Beneficencia.

La imagen discreta y elegante que sabía ofrecer en los escasos actos sociales a los que asistía, o en el trato con sus clientas, no podía hacer sospechar la pobreza en que vivía María Corral, ya que todo lo que ganaba vistiendo las cabezas de tantas mujeres, lo convirtió en obras de beneficencia con una discreción total.

En 1964 María Corral enfermó gravemente y en los últimos meses de su vida, sufrió intensos dolores. Cuando empezaron las visitas pidió a la Sra. Comabella, quien la atendió hasta el final, que no hablase a nadie de sus necesidades económicas y de que no aceptase nada. La acompañaron también en todo momento, algunos sacerdotes de la Casa de Santiago, a quienes también donó una casa para el fomento de la formación de vocaciones sacerdotales. A ellos les formuló una serie de características que según ella, debían reunir los sacerdotes. Les hablaba de «un estilo responsable, trabajador, alegre, fino humor, educado, elegancia verdadera, respeto grande a la intimidad de las personas; un estilo de cultivo de la verdad, nobleza, lealtad, caridad, gusto artístico, delicadeza. Les aconsejaba ser hombres universales por ser con amor a la propia tierra, pero sin estrechez de miras. Hombres sin complejos y sin neurosis».

Ya en sus últimas horas de vida, María Corral afirmaba: «Yo sólo he tenido dos amigos a lo largo de mi vida: el trabajo y el Sagrado Corazón de Jesús. El primero ya me ha abandonado, el otro confío que no me abandone nunca». El día 28 de marzo, María Corral, dejó de sufrir. Murió como siempre había querido: pobre. En su casa tenía solamente 80 pesetas y algunas pequeñas deudas a sus proveedores del taller que saldaron sus amigos. Fue enterrada tras una lápida de mármol con la efigie del Sagrado Corazón, que ella misma había mandado realizar.

Su serena sonrisa sigue viva en todos los que gozaron de su amistad y como bien decía un titular de un periódico chileno en reconocimiento a sus capacidades, “María Corral fue una sombrerera que utilizó la cabeza para pensar”

Pasados algunos años, en 1980, el Dr. Alfredo Rubio de Castarlenas, una de las personas que acompañaron a Maruja en sus últimos años, conocedor de las profundas inquietudes humanas de esta sombrerera, quiso rendirle un homenaje póstumo, poniendo su nombre a una asociación dedicada a la promoción de valores humanos: el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral.

Elena Caballé
Barcelona (España)


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Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de noviembre de 2012

Pliego nº 46


Somaly Mam

Quizás no todo el mundo conozca a Somaly Mam, gran luchadora camboyana de los derechos de las mujeres que han sido víctimas de esclavitud sexual. En 1997 creó, junto con su marido, la ONG Acción por las mujeres en situación precaria (AFESIP) que trabaja en Camboya, Tailandia, Vietnam y Laos.

Es uno de los pocos grupos que trabajan en Asia por reintegrar socialmente a estas víctimas (mayoritariamente mujeres y niñas)
. Su labor no es fácil en los contextos de pobreza, desigualdades de género y violencia estructural que se dan en esas sociedades. Tampoco lo es porque atenta directamente contra el enorme beneficio lucrativo que reporta a individuos, sociedades y gobiernos el tráfico de personas de este sexo para la trata. No por ser un sector oculto y más o menos clandestino deja de ser importante para todos ya que se desarrolla en distintos niveles y contextos que atentan gravemente no sólo contra los derechos humanos de millones de mujeres sino contra su salud y su supervivencia física.

Estudios realizados por la AFESIP, la APRAMP (Asociación para la Prevención y Reinserción de la Mujer Prostituida) y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, subrayan que la prostitución y la trata mueven entre 5 y 7 billones de dólares anuales afectando a 4 millones de víctimas. Este beneficio y el hecho de que se da en ámbitos locales y transnacionales, lo asemeja al negocio de las armas y las drogas.

El tema es complejo pues intervienen en él factores como las migraciones de personas (generalmente en situación de inmigración ilegal), la feminización de la pobreza, el consumismo  generalizado, el machismo de la sociedad que fomenta que haya personas en situación de postitución (generalmente mujeres), las organizaciones que se lucran de la misma así como quienes consumen prostitución (generalmente hombres).

La globalización ha agravado la feminización de la pobreza en los países pobres, lo que facilita el tráfico de mujeres y niñas a países ricos al verse la prostitución –desgraciada y lamentablemente- como una forma de supervivencia y desarrollo
. No es mera coincidencia que países como Camboya, Tailandia, Vietnam y Laos, que han optado por conseguir parte de su crecimiento económico fomentando la industria turística del sexo directa o indirectamente, sean pobres y poco industrializados. Hace décadas que, no sólo estos países de Asia sino otros, fueron alentados por organizaciones internacionales a desarrollar su turismo tolerando este salvaje tipo de explotación y esclavitud que sufren mujeres, normalmente jóvenes sin educación y de baja cualificación laboral.

Somaly Mam, ella misma nacida en una familia pobre y vendida por su abuelo como esclava y prostituta, es un claro ejemplo de superación, resistencia ante la crueldad y fortaleza transformadas en compromiso. Es el que todos, individuos y sociedad, deberiamos tener para liberar a tantas mujeres de la pobreza, el analfabetismo, la incultura y el autoritarismo patriarcal que se afirma a base de denigrar a la mitad de la sociedad. Sin esta acción comprometida se hace dificil desplegar maneras y recursos para la atención, protección y recuperación de estas víctimas y actuar coordinadamente desde los ámbitos jurídicos, sanitarios, sociales, educativos y policiales.

Conocer a mujeres como Somaly nos hace concienciarnos sobre este tipo de explotación cruel que se fomenta con orgullo y sin responsabilidades en ciertos ámbitos sociales masculinos. De hecho, si no hubiera esta demanda masculina no estaría tan extendida este tipo de oferta que alimenta el círculo de esclavitud sexual y tráfico de personas con este fin. La utilización del sexo como reclamo publicitario y gancho comercial lo banaliza hasta el extremo de convertirlo en un producto más de compra-venta.

En ésto juegan tambien papeles importantes la educación familiar y el ambiente social a la hora de atribuir roles de dominio y fuerza a los hombres. Cuando éstos no se cumplen en la realidad, se corre el peligro de buscarlos en otros ámbitos sin tener que enfrentarse a la propia inseguridad o a las dificultades cotidianas de entablar o mantener una relación humana. Educar en el poder, en el desdén por la vida, en el tener la razón, en el controlar, en el ganar y en el sometimiento induce a ver a las personas del otro género como un escenario idóneo donde proyectar ese bagaje aprendido. Cortar la transmisión educativa de estas actitudes ayudaría a que muchos varones se liberaran de ataduras y estereotipos sociales patriarcales que están en el subconsciente colectivo de muchas culturas pero que son poco humanizantes.

Sensibilizar a los hombres de su responsabilidad facilitaría también que afrontaran los conceptos que han formado de su propio rol y de las verdaderas consecuencias de ellos. En muchos casos, ellos son víctimas de ideas y roles equivocados que les impiden ver que de lo que se trata no es de separar a las personas en géneros y roles sino de saber qué significa ser persona.

Liberar a las mujeres de ser objetos sexuales de compra-venta y otros procesos de deshumanización también pasa por ir viviendo unas relaciones económicas menos materialistas, menos instrumentalizadoras y mercantilistas. En definitiva, otras relaciones humanas que no nos hagan vender de por vida nuestra libertad y realización personal con estereotipos femeninos y masculinos falsos e irreales que brindan lo que no somos ni podemos llegar a ser en realidad.

Ángeles González 

(Asia)
 

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12 de octubre de 2012

Pliego nº 45


Edith Stein y el reposo

"Existe un estado de reposo en Dios, de total suspensión de todas las actividades de la mente, en el cual ya no se pueden hacer planes, ni tomar decisiones, ni hacer nada, pero en el cual, entregado el propio porvenir a la voluntad divina, uno se abandona al propio destino. Yo he experimentado un poco este estado, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando mis fuerzas, consumó totalmente mis energías espirituales y me quitó cualquier posibilidad de acción. Comparado con la suspensión de actividad propia de la falta de vigor vital, el reposo en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. En su lugar se experimenta un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que es preocupación, obligación, responsabilidad en lo que se refiere a la acción. Y mientras me abandono a este sentimiento, poco a poco una vida nueva empieza a colmarme y - sin tensión alguna de mi voluntad - a invitarme a nuevas realizaciones. Este flujo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no son las mías, y que, sin ejercer sobre ellas violencia alguna, se hacen activas en mí. El único presupuesto necesario para un renacimiento espiritual de esta índole parece ser esa capacidad pasiva de recepción que se encuentra en el fondo de la estructura de la persona."

Es un texto de madurez de Edith Stein y de gran actualidad. El reposo al que se refiere lo concreta en algo que parece inalcanzable: la suspensión de todas las actividades de la mente. Dicho de otra manera sería una experiencia de silencio interior, del que a lo largo de la historia han hablado los padres del desierto y la filosofía oriental. Alcanzar el silencio exterior no es fácil, pero se puede lograr. Acallar las voces de nuestro interior es mucho más difícil, nos parece una utopía inalcanzable. Pero Edith precisa que no es el “silencio de la muerte”, por lo tanto es un silencio vivo, en diálogo, es ser oyente de la Palabra (Rahner), que nos da “futuro y libertad” (A. Marqués).

En un mundo donde el individualismo nos ha llevado a la centralidad del yo: “yo elijo”, “yo decido”, “yo hago”, “yo soy el protagonista de mi propia historia”. ¿Cómo dejar “consumir mis energías espirituales? ¿Cómo permitir que algo o alguien nos robe nuestra capacidad de acción?. Edith renuncia a todo ello para entregar su porvenir, su futuro a la voluntad divina y además sin forzar la propia voluntad, es decir con una plena sintonía de voluntades. Hay una innegable resonancia del posicionamiento paulino: “ya no soy yo, es Cristo que vive en mí” (Gal 2, 20). Recordemos que Edith, como Saulo, vivió también un proceso de conversión del judaísmo al cristianismo. En el texto aparecen una serie de palabras clave que son como pinceladas vigorosas que definen un modo nuevo de entender la humanidad y la feminidad: “abandono” (confianza en un Ser superior); “experiencia” (no es fruto de la mera reflexión sino de la vivencia, y además una expeiencia humilde “yo he experimentado un poco este estado”"); “novedad”, en el sentido cristiano del término, es algo llevado a plenitud; “irreductibilidad”, semejante experiencia no puede reducirse ni minimizarse, es algo grandioso; “íntima seguridad” (“sé de quien me he fiado”,  2Tim 1-12). En contra de lo que pudiera parecer, esa vivencia íntima nada tiene que ver con “la falta de vigor vital”, es lo más opuesto: es la fuente de un nuevo vigor.
 
Otra palabra clave del texto es liberación. Edith fue una mujer interiormente libre: libre de preocupaciones, de obligaciones artificiales, de responsabilidades en lo que se refiere decisiones tomadas unilateralmente. Fue libre en su pensamiento, en su cultivo de la filosofía, en su decisión de abandonar el judaísmo, de entrar en el Carmelo, en fin, de entregar la propia vida en la cámara de gas.

Una vez llegado al punto de mayor aparente inactividad (el reposo en Dios) uno es capaz de lanzarse a la aventura de una actividad nueva: “una actividad y una fuerza que no son las mías”. La Biblia elogia la mujer fuerte (Proverbios 31, 10-31). A la luz de este texto de Edith Stein podemos entender que esta fortaleza no es el resultado de unas capacidades naturales, si no un verdadero don que se adquiere desde la aparente suma debilidad. “Es cuando soy débil cuando soy realmente fuerte” (2 Corintios 12, 1-10). “Porque lo que parece debilidad a los ojos de los hombres es fortaleza a los ojos de Dios” (Francisca Güell).

Concluye la que sería Santa Teresa Benedicta de la Cruz con una afirmación antropológica: “esta capacidad pasiva de recepción se encuentra en el fondo de la estructura de la persona.” El ser humano –hombre y mujer- es recepción. Cuanto más vacío estoy de mi mismo, más susceptible de llenarme del Otro. El asombro es el fundamento de todo quehacer filosófico. Pero hace falta un “renacimiento espiritual” para descubrirlo. En definitiva una dinámica de muerte y resurrección. Morir a la mujer vieja para nacer a la nueva. ¿No radica aquí la autenticidad del feminismo cristiano?

Jaume Aymar Ragolta
Decano de la Facultad de Filosofía de la URL
 
Barcelona (España)

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12 de septiembre de 2012

Pliego nº 44


Gracias a Clara

Hace un tiempo tuve la oportunidad de ver la película Clara Campoamor. La mujer olvidada. Así fue como  conocí un fragmento de la historia de España que yo desconocía:  “En el año 1931, en España se proclama la Segunda República. En este contexto, las mujeres son elegibles pero no pueden votar. Clara Campoamor y Victoria Kent son las primeras mujeres diputadas que pisan las cortes y se plantean muy firmemente luchar por los derechos de la mujer. Clara Campoamor sabe que eso pasa por una primera y gran conquista: el voto femenino. A partir de este momento, su lucha no es nada fácil. Muy pronto encuentra su primer obstáculo: sus propios compañeros de partido, republicanos, de izquierdas, temen que las mujeres voten influenciadas por la iglesia y, por ello, a la derecha, así que le dan la espalda. Ese argumento se generaliza y hace que Clara Campoamor se vaya quedando sola en el parlamento en su defensa del sufragio universal. Después de una lucha constante, y después de múltiples traiciones, el 1 de octubre de 1931, Campoamor consigue su objetivo: el voto para la mujer.”

Han sido muchas las mujeres que han protagonizado el devenir histórico en el siglo XX. De este gran número de mujeres, resaltaría las mujeres de principios de siglo, que con arrojo y valentía defendieron, sin igual, los mismos derechos y valores para hombres y mujeres.

Clara Campoamor es una de esas mujeres, que se hizo a sí misma, que luchó siempre contra todo, contra todos y contra todas para defender la igualdad de derechos de la mujer. “Mi ley es la lucha, decía, para conseguir una España en donde la cuna fuera un origen, no un destino, y donde la Ley no fuera un castigo sino un amparo.”

A Clara Campoamor se le debe, nada más y nada menos que, el sufragio universal en España, cosa aparentemente muy admitida hoy en día, pero que para que sea una realidad precisa que las mujeres tengan los mismos derechos electorales que los hombres, durísima tarea que ha consumido en casi todos los países las energías de varias generaciones de mujeres y de hombres amigos de la igualdad. En España, se consiguió de golpe, sin aparente esfuerzo, porque el esfuerzo lo hizo una persona sola. Clara en su discurso ante las Cortes el 1 de octubre de 1931 les recuerda: “Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis cómo ese poder no podéis seguir detentándolo.” (http://www.ciudaddemujeres.com/mujeres/Politica/CampoamorClara.htm)

Trabajar de verdad, todo lo posible, para que las mujeres sean lo que les corresponde es el cimiento de la nueva evangelización. Liberar a las mujeres de la esclavitud a la que están sometidas desde hace milenios, menospreciadas, minusvaloradas, humilladas, manipuladas, obligadas,… es lo que han hecho, hacen y siguen haciendo muchas personas, hombres y mujeres, a lo largo de la historia.

Clara Campoamor entendió y sintió que las mujeres han de ser consideradas como personas, personas en plenitud, con una dignidad enteramente igual al hombre. Por ello luchó y logró poner su granito de arena. Y ¿cómo poner nuestro granito de arena hoy en día? Siento que hemos de ser humildes, unos y otros, y aceptar cada uno lo que es, porque así, desde esta humildad, podremos encontrar una sana plataforma de igualdad, de amistad, de tolerancia, de colaboración... Y así, sin más, respetando cada uno de los distintos matices que tenemos, sin querer prevalecer unos sobre otros, hombres y mujeres seremos verdaderos iguales, amigos, con un amor fiel y leal, fraterno, que no se cansa nunca y que permanece abierto a los demás.

Anna Bundó Mas
Barichara (Colombia)


Atisbos





Imagen con un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión.

12 de agosto de 2012

Pliego nº 43


Teresa de Calcuta: una mujer 'última'


La Madre Teresa de Calcuta, de nombre Agnes Gonxha (Skopje, 1910 - Calcuta, 1997), fue una mujer cuyo itinerario vital consistió en hacerse “última” con los últimos de la humanidad. Siguiendo los pasos de Jesús, sólo contaba con su pobre y frágil humanidad. Esta flaqueza suya fue la mayor fortaleza con la que contó para unir su corazón al corazón de un Dios que es padre y madre a la vez.

Teresa de Calcuta supo ser, como muchas mujeres, “casa” y consuelo para tantos necesitados que fueron cruzando por su vida. Ella fue en búsqueda de los que nada tenían y esa nada era la que compartía con ellas y ellos. Porque ella tampoco tenía nada.

Llega a nosotros una oración escrita por la Madre Teresa en donde se rezuma el gran deseo de ofrendarse a los demás sin desear nada a cambio, sólo estar al lado de la otra persona para amarla.

ORACION PARA APRENDER A AMAR

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida.
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua.
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo.
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro.
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos.
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien.
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión.
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender.
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos.
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.


Uno de los vectores de la Nueva Evangelización nos habla de liberar a la mujer. Precisamente la misión de Jesús al hacerse humano fue la de liberar a los hombres y mujeres que le fueron conociendo y dejar un testimonio de que esto era posible para que se fuera extendiendo. Ayudar a liberarse a la mujer es ayudar a liberar a la humanidad, por el papel tan vital que ella tiene en la familia y en la sociedad. En este sentido, Teresa de Calcuta fue una gran liberadora de la mujer y de la sociedad. Y no sólo por lo que hizo por los demás, sino por lo que consiguió en ella misma. El amor libera y fue el amor desinteresado, “último”, el que Madre Teresa propagó con su testimonio.

Javier Bustamante
Barcelona (España)