12 de febrero de 2013

La fe del que sufre


En este año de la fe se me ha pedido que hable de la fe del que sufre, cómo experiencia personal de quien se ve probado en su vida. Esta consideración se hace desde un lugar concreto que es el centro hospitalario COANIQUEM (Corporación de Ayuda al Niño Quemado), que está fundado en Santiago de Chile.

En la preocupación de proporcionar una atención integral a los niños quemados, se ha considerado también una ayuda espiritual para las familias afectadas que lo deseen. Por esto, en ese centro, en abril de 1995 fue inaugurado por el entonces Arzobispo de Santiago, Cardenal Carlos Oviedo Cavada, el Santuario de Cristo Flagelado.

Dicho Santuario acoge al mundo del dolor, al estar dedicado al sentido redentor del sufrimiento humano. Una bella imagen del Señor atado a la columna preside el templo. Esta figura es una réplica de la que se venera en el Santuario de Wies en Baviera (Alemania), al cual COANIQUEM está ligado espiritualmente. Además, la Santísima Virgen está representada por una imagen como María Causa de Nuestra Alegría.

El Santuario, además de estar regido por un Rector y un Diácono permanente, cuenta con el apoyo de una Confraternidad de fieles para su labor pastoral. Esta Confraternidad de Cristo Flagelado, creada el 9 de noviembre de 1996, tiene como misión orientar y conducir este accionar integrando el quehacer de COANIQUEM a la comunidad nacional e internacional de las que provienen los niños quemados, expresando la visión trascendente de la institución, y creando un espacio religioso de acogida a quienes sufren alguna necesidad.

En esta óptica es donde ejerce su labor pastoral el Rector y el Diácono, visitando y tomando contacto con los niños quemados y sus familiares que acuden a ese centro hospitalario para ser asistidos. Es una labor delicada por lo que significa el trauma sufrido por el niño quemado y también por el correspondiente sentido de culpa o responsabilidad de los padres ante el accidente ocasionado a su hijo. Es entonces oportuna una palabra de consuelo y de esperanza ante el dolor y, al mismo tiempo, hacerles sentir cómo el sufrimiento personal se une al dolor y sufrimiento de Cristo en su imagen del Flagelado.

Teniendo en cuenta que los que acuden al centro hospitalario pertenecen a diversas confesiones religiosas, para todos hay unas palabras de consuelo y esperanza, y se invita particularmente a los católicos a frecuentar el Santuario, bien sea en la celebración diaria de la Misa, bien sea en un momento de oración para pedir la pronta curación del niño quemado.

Como el centro se distingue por una marcada actitud de acogida familiar, así también con el servicio pastoral se trata de ofrecer una acogida espiritual que ayude a abrir e iluminar el camino de la fe, lo cual hace sentir a los familiares del niño quemado un sentimiento de serenidad y de confianza en el Señor, que ha ofrecido sus dolores y su vida por todos nosotros.

Miguel Huguet Ameller
Rector del Santuario de Cristo Flagelado
Santiago de Chile (Chile)

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