12 de abril de 2011

Pliego nº 27..............................'2ª Etapa'


Qué gran maravilla produjo el amor

Para mi el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo representa un lugar entrañable, por liberador, al arribar en ambulancia el 11 de mayo de 1975, desde Granada. Llegaba estando accidentado y encamado cuatro años: ese era mi mundo… como viéndolo todo a través del agujero en una talanquera. Permanecí ingresado durante un año más, sometiéndome a varias operaciones, recibiendo rehabilitación, compaginando con estudios, curso de fotografía, inglés… El Hospital de Parapléjicos fue el trampolín desde donde pude “saltar al exterior” con mi silla de ruedas: Valencia, Barcelona, Madrid, Cádiz.

Regresé de nuevo 18 años después al Hospital, esta vez ya no como paciente. Acababa de ser ordenado sacerdote y fui invitado por los capellanes del servicio religioso para celebrar mi primera misa con los pacientes, sus familiares y personal sanitario…

También asistieron a la celebración Carmela, Pepe y José Miguel, su hijo. Tenían un regalo para mí, unido a sus francas sonrisas. Así nos conocimos.


José Miguel llevaba hospitalizado varios meses. Carmela y Pepe me contaron que su hijo, con 14 años, tuvo una meningitis aguda estando en Taizé (Francia), en un encuentro de oración con la comunidad ecuménica fundada por el Hno. Roger Schutz.

La situación actual era que había quedado sin poder hablar, respirando a través de una traqueotomía y sus brazos y piernas totalmente inmovilizados, cotidianamente alternando la cama adaptada y la silla de ruedas. Sus sentimientos, su inteligencia, sus ojos, sus oídos… permanecían espléndidamente activos. José Miguel se comunicaba a través de su mirada, de su arraigada y franca sonrisa familiar, y de un panel con las letras del abecedario.


Les visité en varias ocasiones en su domicilio de Adra (Almería). Fueron momentos de gozosa intensidad. Una fiesta cada encuentro. Compartiendo la grandeza que conlleva la fragilidad humana; la oración de los gestos. Su humildad transformaba todo en certeza; desterrando la amargura. Pepe, Carmela y José Miguel, en medio del quebrantamiento, traslucían palpable que estando inmersos en el amor cualquier situación agigantada puede afianzarse con paz y alegría. Saboreaban un trocito de cielo, aceptando con intrepidez el más valioso de los tesoros.

En mi última visita, José Miguel no estaba físicamente. Se marchó… armónicamente con su silencio rebosado.

Su padre en una carta me confesaba: “Es cierto que el amor, en todos los ámbitos de la vida, es una gran maravilla. Especialmente creo en el amor que José Miguel nos hace llegar desde su espíritu, desde su alma... Con esas fuerzas en el amor, en la esperanza, en la fe, doy gracias a Dios, aunque hay momentos enervados que lo haga muy a regañadientes…

José Miguel: Libérrimo, planeas ya en el ilimitado cielo del corazón amoroso de Papá Dios.

Julio Lozano
Cádiz (España)

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Abril de 2011
Querido amigo Julio:
El amor, cada día te puede dar una sorpresa. Unas veces, justamente cuando lo estás necesitando, otras cuando recapacitas serenamente el momento que estás viviendo, otras... en cualquier momento. Porque no importa el momento, importa el mensaje y siempre llega en buen momento.
Este medio día, cuando telefoneaste, amigo Julio, Carmela estaba en la cocina preparando la comida, yo estaba casi adormilado sentado en la mecedora, esperando que llegara nuestro hijo Bernardo. Ha sido una gran sorpresa. Siempre que un amigo toca a tu puerta lo es. Pero hoy ha sido un momento muy especial y te lo agradecemos. La marea estaba bajando y no era conveniente. Siempre quedan zonas al descubierto que son maltratadas. Pero hoy han sido cubiertas con tu mensaje de voz, y muy especialmente por el contenido,... que hemos podido regar el rostro de una manera muy especial.

Como siempre, recibe un fuerte abrazo.

PD: te envío una copia de un escrito que yo hacía en mis notas.

Pepe

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Hoy 23 de enero de 2011

No es hoy, 23 de Enero, un día agradable en casa. Y no precisamente porque el día este gris, haga frío, una temperatura poco habitual para nosotros. Tampoco lo será mañana,... porque, un día como hoy precisamente fue el día que José Miguel nos dejó para siempre. Al menos físicamente, porque en nuestros corazones,... en nuestras diarias conversaciones, siempre está presente. Solo tenía 14 añitos recién cumplidos cuando la enfermedad se apoderó de él..., 31 de JULIO DE 1992. Terrible y tremenda enfermedad,...casi fulminante,... que pudo resolver parcialmente con grandísimos y dificilísimas situaciones a todo lo largo del tiempo que duró su enfermedad. Pero pudo y supo entenderla. Hasta el punto que nos enseñó tres principios inolvidables.

· Supistes aceptar dignamente tu enfermedad, tu dependencia total. No solamente en casa, en la calle, en el Centro Hospitalario con total naturalidad que siempre sorprendía a todos.

· Supistes enseñarnos que hay otra forma de vida. Sin exigencias, dando alegrías y satisfacciones a los demás sin pedir nunca nada a cambio. Para ti el sacrificio no era un esfuerzo. Lo importante era la unidad familiar.

· Supistes dar ejemplo y hacernos la vida fácil. Te permitías dar consejos a otros, a mayores, a hombres, a mujeres,...y

Tus detalles se pueden contar por docenas cada hora. Los que hemos podido disfrutar viviendo junto a ti, los que hemos podido compartir tantos y tantos momentos, solo nos queda la satisfacción de haberlos podido compartir y hoy poderlos recordar con satisfacción, aunque tu ausencia siempre será un gran dolor. Pero podemos presumir de las muchas cosas buenas que nos ha dejado; las podemos contar y,... entre sonrisas,...y lagrimas a vez, volver a disfrutar de tu recuerdo. Tú no puedes hacer ni repetir lo que nosotros hacemos todos juntos. Pero siempre tu presencia, en espíritu... esta y estará con nosotros. Y seguramente también estará su espíritu presente, en personas que pudieron recibir parte o alguno de sus órganos para mejorar su condición de vida. Son personas desconocidas para nosotros, pero presentimos alegremente que perciben su espíritu, reviven sus momentos de satisfacción, de mejor vida.

Parece que fue ayer, pero ya se cumplen seis años del día en que llegó su hora. Hora que desconocemos en cada uno, que no tiene que ser necesariamente por edad, por género, por guapo ni feo, por ser bueno o ser malo…, no, nunca es necesario un aviso previo, siempre toca a tu puerta sin haberlo solicitado, ni siquiera haberlo deseado. No, no eres tú quien elige, tú eres quien tienes que aceptar. No puedes pedir aplazamiento, ni prorroga,... ni siquiera una prolongación leve de tiempo para despedirte de tu familia,... de tus amigos,...no. Somos nosotros, tu familia, tus amigos los que tenemos que acudir a una cita, donde todo son lamentaciones. Insatisfactoriamente nos reunimos, nos miramos, hacemos largos silencios,... respiraciones en suspenso nos hacen entornar los ojos porque no queremos ver... ni ser vistos. Solo la fuerza que tú nos das, es la que nos mantiene alejados de la tristeza permanente que tu fallecimiento nos dejó. Como cada día, hoy te recordamos y te seguimos queriendo con las fuerzas de siempre. Por eso, hijo mío te digo: José no nos abandones y sigue manteniendo vivo tu espíritu, el que nos haces llegar cada día, el que nos da las fuerzas de vida en cada momento.

Como cada noche... un beso, que descanses y hasta mañana.

Pepe Díaz

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