12 de mayo de 2010

Pliego nº 16..............................'2ª Etapa'


Libertad interior y libertad exterior

Jesús de Nazaret, humanamente hablando, vivió muy condicionado en su libertad exterior: nació y murió en un país pequeño, sujeto a la ocupación romana, con una religión atenazada por la casuística y las prescripciones rituales, estaba bajo la atenta mirada de escribas, fariseos, saduceos, maestros de la ley... No pudo realizar viajes largos, la gente no le permitía ni descansar con los suyos y en un contexto de persecución, a menudo tuvo que esconderse. Sus discípulos no le acababan de comprender, esperaban un mesianismo político, discutían por la primacía, querían hacer bajar fuego del cielo... más de una vez el Maestro tuvo que reprenderles. Pero, interiormente, Jesús se sentía libre, y esa libertad nació de su experiencia en el Jordán: “Tu eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto”, o según otros códices “Mi hijo eres tú, hoy te he engendrado” (Lc 3, 22). Sentirse tan amado por Dios Padre que era Uno con él, es el secreto de su libertad interior, la que le llevó a dar la vida por amor.

Jesús era realista. El llamado “Juicio de las naciones” (Mt 25) es muy interesante en este sentido. El rey de la parábola, llama “benditos de su Padre” a los que cuando tenía hambre le dieron de comer, o cuando tenía sed le dieron de beber, o a quienes cuando estaba desnudo le vistieron, pero al llegar a los enfermos o a los prisioneros, siguiendo la misma lógica debería decir: “estaba enfermo y me sanasteis”, “estaba en la cárcel y me liberasteis”. No. Jesús sabía que no siempre estaría en la mano de sus discípulos sanar enfermos o liberar presos. Por eso dice; “estaba enfermo o en la cárcel y me visitasteis”, es decir, hicisteis por mi lo único que podíais hacer: estar a mi lado, darme soporte con vuestra presencia. La persona enferma o prisionera, vive también con la libertad exterior muy recortada, y sin embargo puede sentirse muy libre interiormente.

Nosotros hoy también vivimos sometidos a mil condicionamientos sociales: el que dirán, las convenciones, los tributos, las hipotecas, el intrusismo de los que nos gobiernan, el ritmo frenético de una sociedad hipercomunicada, pero, a pesar de todo ello, si vivimos las consecuencias de nuestro bautismo debemos sentirnos interiormente libres; libres para hacer el bien, libres para amar. Lo que ocurre es que pocos viven a fondo las exigencias de ser bautizados. Actualizar nuestro bautismo con toda su riqueza, hacerlo presente, esta es la fuente de la libertad interior.

Ha pasado por Barcelona Mons. Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. Es un hombre libre. Ante la pregunta de los periodistas sobre la iniciativa de la creación de un “atrio de los gentiles” en el seno del Pontifico Consejo, sonrió diciendo: “muchos creen que yo he sugerido al Santo Padre la creación de este atrio o patio, pero en realidad, es una iniciativa del propio pontífice”. Lo que sí parece claro es que él va a ser quien lleve a buen término este proyecto. El prelado aclaró que el “atrio de los gentiles” está pensado para los no creyentes, no para los indiferentes. Es también significativo que Mons. Ravasi propicie el diálogo de la Iglesia con los artistas. La belleza es expresión de la libertad.

Jaume Aymar Ragolta
España

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