Hoy es la fiesta de Santa Eulalia, a quien personalmente tengo una gran devoción. Eulalia quiere decir, etimológicamente, “la bien hablada”, “la que habla bien”. Este nombre recayó y era muy bien llevado en la persona que lo llevaba. ¿Por qué hablaba bien Eulalia? Posiblemente aquella muchacha de pueblo no tenía un gran vocabulario ni era una gran oradora, pero Eulalia hablaba bien, porque hablaba de las cosas de Dios.
Se han dicho tantas cosas, y bien dichas de Dios, que a veces nos da un poco de miedo hablar de El entre nosotros. A veces preferimos el silencio, porque no queremos hablar en vano. Con todo y esto, Dios es aquel a quien mejor podríamos hablar los cristianos. Teresa de Jesús solía decir: “Hablar de Dios o no hablar”. Y San Pablo recuerda que hemos hablado un espíritu de hijos que es el que nos hace clamar “Abba”, Padre.
Es pues el Espíritu -y no nuestro méritos-, el que nos empuja a “hablar bien”, es decir, a hablar de las cosas de Dios. Tan sólo es necesario eliminar obstáculos y abrirnos al don de Dios.
Hablar bien, es dar testimonio. Es hablar bien de los otros, cuando muchos habla mal, es hablar de Dios en un mundo secularizado, etc., con frecuencia es ir a contracorriente y, sentir que, detrás de las palabras, vamos ofrendando la propia vida.
Santa Eulalia delante de Daciano “habló bien”, con amor y con una gran libertad de Espíritu, aunque sabía que esto le reportaría el martirio. Nosotros, ante el mundo y ante los otros, tenemos que saber hablar, descubriendo todo aquello que las personas, y la realidad que nos rodean, tienen de bueno. Saber decir lo que hay de Dios detrás de las cosas y de los acontecimientos. Saber decir, con la propia vida, dando testimonio, que la palabra que anunciamos es Nueva y es Buena, que ha estado proclamada para ayudar a los hombres a vivir y ser más felices.
Cuánta crítica, cuántas vanalidades escuchamos en los medios de comunicación, en las tertulias, en las conversaciones, en el tren, en los cafés, en tantos y tantos sitios. Nosotros los cristianos, somos portavoces del bien de los otros. Y si no lo difunden los medios, lo difundirán muchas personas, que viendo su vida iluminada con una buena palabra, harán posible que las noticias que se publiquen sean más alegres y entusiasmadoras.
Los cristianos no estamos llamados a ser grandes oradores, ni a saber hablar muchas cosas, sino que estamos llamados a mostrar en nuestra vida, de manera transparente, que Dios sigue haciendo el bien por todo el mundo , por eso, permanecer callados es algo que no nos podemos permitir.
Jordi Cussó Porredón
España
Se han dicho tantas cosas, y bien dichas de Dios, que a veces nos da un poco de miedo hablar de El entre nosotros. A veces preferimos el silencio, porque no queremos hablar en vano. Con todo y esto, Dios es aquel a quien mejor podríamos hablar los cristianos. Teresa de Jesús solía decir: “Hablar de Dios o no hablar”. Y San Pablo recuerda que hemos hablado un espíritu de hijos que es el que nos hace clamar “Abba”, Padre.
Es pues el Espíritu -y no nuestro méritos-, el que nos empuja a “hablar bien”, es decir, a hablar de las cosas de Dios. Tan sólo es necesario eliminar obstáculos y abrirnos al don de Dios.
Hablar bien, es dar testimonio. Es hablar bien de los otros, cuando muchos habla mal, es hablar de Dios en un mundo secularizado, etc., con frecuencia es ir a contracorriente y, sentir que, detrás de las palabras, vamos ofrendando la propia vida.
Santa Eulalia delante de Daciano “habló bien”, con amor y con una gran libertad de Espíritu, aunque sabía que esto le reportaría el martirio. Nosotros, ante el mundo y ante los otros, tenemos que saber hablar, descubriendo todo aquello que las personas, y la realidad que nos rodean, tienen de bueno. Saber decir lo que hay de Dios detrás de las cosas y de los acontecimientos. Saber decir, con la propia vida, dando testimonio, que la palabra que anunciamos es Nueva y es Buena, que ha estado proclamada para ayudar a los hombres a vivir y ser más felices.
Cuánta crítica, cuántas vanalidades escuchamos en los medios de comunicación, en las tertulias, en las conversaciones, en el tren, en los cafés, en tantos y tantos sitios. Nosotros los cristianos, somos portavoces del bien de los otros. Y si no lo difunden los medios, lo difundirán muchas personas, que viendo su vida iluminada con una buena palabra, harán posible que las noticias que se publiquen sean más alegres y entusiasmadoras.
Los cristianos no estamos llamados a ser grandes oradores, ni a saber hablar muchas cosas, sino que estamos llamados a mostrar en nuestra vida, de manera transparente, que Dios sigue haciendo el bien por todo el mundo , por eso, permanecer callados es algo que no nos podemos permitir.
Jordi Cussó Porredón
España
1 comentario:
Es muy cierto que hemos de recordar siempre hablar bien de los demás. Descubrir primero lo bueno que tienen, y realzarlo con sencillez. Esto da una gran alegría.
Gracias Jordi por este artículo.
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