12 de enero de 2023

Pliego nº 168

 
Mi nombre no importa

Este relato es anónimo para resguardar a quien tan generosamente me ha permitido acompañarlo y ser una aprendiz de su proceso de reparación ante el abuso sexual infantil que sufrió. 

 

Tengo 78 años, 2 matrimonios, 3 hijos, 6 nietos y 2 bisnietos y con mi señora hace más de 20 años que somos catequistas de novios en una parroquia y mi nombre no importa.

Nací en el campo, mi familia se dedicaba a cultivar la tierra. No había día que no nos despertáramos antes del amanecer, o antes, a cortar, lavar y secar zanahorias, perejil o lo que la temporada nos obligaba. Nunca nos falto nada material. Eran otros tiempos si, estaba prohibido quejarse o decir me duele la espalda, o un simple es domingo. Las quejas se corregían a puros correazos.

Mi madre hablaba bajito, la recuerdo asintiendo siempre, preparándonos la comida, lavándonos las camisas, Siempre supe que mi hermano mayor era su consentido, le ponía dos pancitos en los bolsillos y por el camino me los enseñaba, como que me decía, ves a mi si me quiere, si me cree, si me cuida.

Mi padre era un hombre grande, imponente, un sólo grito y a correr, una sola mirada y a volar. Nos traía a la casa en la carreta de vuelta de la cosecha del día, y apuraba a la yegua a latigazos, la hacía sangrar. Yo me sentía así, viviendo apurado a latigazos, olvidado, si no fuera por la mirada de mi mamá al tomar la leche y su mano que pasaba por mi cabeza me hubiera ido antes.

Un día me armé de valor y le dije a mi mamá que mi hermano, mi único hermano, abusaba de mí desde que tenía uso de razón, no había tarde, noche o momento a solas,  que me agarraba firme, me tapaba la boca con un pañuelo y con una correa me ataba las manos y hacía lo que quería conmigo…. Fue la primera vez que escuché a mi mamá hablar fuerte, y esas palabras no las olvide nunca, ¡NOOOO!!! estás mintiendo, son puros celos, envidia de tu hermano, él es ejemplar, de dónde sacas esas cosas, quién te enseñó a decir eso, tienes 7 años, esas son cosas de grandes! MENTIROSO espera que llegue tu papá.

 


 

La miré con furia, la odie más que a mi hermano y para siempre. ¡NOOOO! a mi papá no, es mentira, todo es mentira. Luego un largo silencio, que dura hasta hoy y todo se calmó.

Mi hermano al amanecer, saltaba en la carreta, volvió a sacar los dos panes, los hizo volar por el aire y me dijo quédate calladito mejor, mira que esta yegua esta vieja y enferma, cualquier día se muere de un puro golpe y será tu culpa también, ahí sí que mi papá te mata.

A mis 15 años fue la ultima vez que mi hermano me ataba y abusaba, casi me ahogo, cada día me tenía que atrapar, atar y amordazar más fuerte. Yo comía y comía, hacia ejercicios y crecí mucho. Era mi cumpleaños, todos a dormir temprano, mi hermano se acerco y le dije se acabó, no más, se echó a reír y una fuerza impresionante me ayudo, lo golpeé hasta que lo dejé aturdido, ocupé sus cuerdas, el pañuelo, no reaccionaba, pero respiraba, tenía todo arreglado, fuí al galpón tomé mi maleta y empecé a caminar, caminar y caminar, Nunca más volví a mirar para atrás, no escuchaba nada, no veía nada, sólo camine y camine...

Nunca más supe de mi familia. Esto se lo cuento a usted  porque los talleres que empezaron a dar en mi parroquia sobre el abuso sexual infantil, me hizo recordar, y ahora entiendo que a mis 78 años necesito ayuda psicológica como dijo el señor psicólogo, que no es de cobarde pedir ayuda, sino que la cobardía es no pedirla y aquí estoy, porque siento que soy muy valiente y cambié mi vida y gracias a lo que me pasó, he podido ayudar a otros niños, como los  de mi parroquia….que los veo tristes o asustados, cuando algún sacerdote tiene la mirada puesta en alguno de ellos,  no sé cómo explicarme pero es como si mi hermano los mirara. Como si mi hermano hiciera volar por el aire, ahora del altar los pancitos diciéndoles no te creerán”.

 
 


Hace más de 10 años de este relato, con unción lo releo. Lo llamé para volver agradecerle su testimonio y contarle que lo compartiría con ustedes. Cuánto ha pasado, él se ha vuelto mi maestro en escucha y resiliencia. 

Agentes pastorales formados en la temática habíamos ido a su parroquia a hablar de prevención de abuso eclesiástico. Recientemente el párroco del lugar había sido acusado, se había iniciado un proceso, pero no se sabía nada, sin dudarlo decidimos ir a acompañar a esa comunidad herida.

El abuso sexual infantil, juvenil o de personas vulnerables, son una temática compleja, y multifactorial. Esta realidad traspasa por mucho nuestro coloquial entendimiento. Si bien la mayor de las veces es intrafamiliar, no es extraño que ocurra en nuestra familia eclesial.

Gracias a muchas leyes, la convención internacional sobre los derechos de los niños, la infancia se torna visible, no ya son una cosa; sino que niños y niñas sujetos de derecho, de deberes también, pero eso es para otro artículo.

Ciertamente, no se puede esperar que una familia, que una comunidad sea perfecta, sino una que sea capaz de reconocer, además del bien, incluso el mal que la invade, agazapado en las puertas de su corazón, sin que se le tenga que decir desde afuera, o salir corriendo sin mirar atrás, o por los medios de comunicación; de lo contrario se dedica a la autodestrucción.

El sistema de la iglesia, como el sistema familiar, por lo tanto, funciona bien no cuando es perfecto en todas sus articulaciones y compuesto de miembros perfectos, sino cuando tiene dentro de sí esta capacidad de autodetección y autocorrección. Cuando se es creído, no como en el relato que por miedo, por temor, al negarle la posibilidad de escucha, se retractan para que no ocurra una desgracia mayor, porque no son creídos.

Los agresores suelen ser sujetos ejemplares en las familias, en nuestras sociedades, son en algunos casos personas extraordinarias por su solidaridad, por su arte, por el deporte, sin embargo, su lado perverso es muy oscuro, su narcisismo extremo les hace hacer de todo por satisfacer sus necesidades, ciegos a ver al otro como otro, es un simple vehículo para su satisfacción personal.

El ser realistas existenciales nos da una mirada justa, una corrección fraterna, unos vínculos de confianza…confianza lucida.

Eso le permite reconocer ese mal en sus raíces, especialmente las más profundas y ocultas, a nivel individual y grupal, y en sus consecuencias, especialmente aquellas contra los demás, por lo tanto, en el dolor causado y en el daño psicológico y espiritual (no olvidemos, que cuando el abusador es un sacerdote, la víctima tiene serios problemas, incluso espirituales, porque si el sacerdote representa a Dios, su gesto contamina la imagen divina. En el relato vemos cómo el odio mas profundo es con la madre, figura que debía creerle a sus 7, 8, 9 años. Es la figura del adulto que cuida, que protege, que rescata, pero que no está. 

La experiencia de abuso sexual conlleva importantes repercusiones en el bienestar físico y psicológico de la víctima. Se trunca la vida, se pierde el sentido, la sociabilidad y la confianza. Se hace necesario conocer también los efectos que puede tener esta experiencia sobre la salud integral. 

¿Qué paso con nuestro amigo? ¿Cómo fue que pudo restaurar su vida? 

 Resiliencia: La habilidad de superar o de resistir estrés excesivo y adaptarse. Es el resurgir de experiencias devastadoras, es el ser capaz de tener destrezas necesarias para sortear exitosamente las dificultades y acceder a los propios recursos saliendo fortalecido. 

Según los entendidos son la combinación de 3 fuentes o ámbitos que se puede resignificar la vida, incluso con uno o dos fuertes y firmes se logra. 

Desde lo individual, lo familiar y lo comunitario. ¿Entonces? El pudo desde su individualidad saberse valioso, se rescató a si mismo, se fué, corrió por su vida, logró encontrar en el camino gente hermosa que hizo su familia, y logró volcarse a su comunidad. 

Qué importante saber con qué cuento internamente; cómo personas alrededor en quienes confío y me quieren incondicionalmente. Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros o problemas. Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder. Personas que quieren que aprenda a desenvolverme sólo. Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro o cuando necesito aprender. Personas que son capaces de contener el mal que puedo llegar a hacer si fuera necesario, 

No tendrá nombre este relato, pero tiene toda mi admiración y cariño quien se sintió amado por Dios y a pesar de lo inenarrable de su vivencia supo encontrar samaritanos en el camino, aprender a amar y buscar ayuda para seguir amando más y mejor. 

Claudia Tzanis Eissler
Roma


1 comentario:

Unknown dijo...

Qué difícil, qué duro y qué admirable forma de salir adelante. Doy las gracias por la valentía de esta persona, y su generosidad; y a ti Claudia, por la iniciativa de compartirlo tan humana y respetuosamente.