12 de julio de 2021

Pliego nº 150

Don de la Gratuidad

Gratuidad es una cualidad de la salvación que Dios ofrece a los hombres. Nos da su amor y su vida, no ofrece su gracia santificadora, nos brinda su protección providente sólo por amor y de forma plenamente gratuita, es decir como gracia misteriosa suya. “Todos pecaron y todos recibieron gratuitamente de Dios la justificación.” (Rom. 3.24).

Me solicitan hablar desde el 4M (cuarto mandamiento), en donde desde nuestro mundo, nos es tan difícil, ayudar a los adultos. Estas personas que a pesar de los defectos tienen enormes lecciones de vida.

 
Hoy las personas jóvenes tienen todas las opciones posibles, donde pueden obtener información, compartir por vía virtual, y sobre todo divertirse. 

Pero esta sucediendo el fenómeno del abandono del adulto, en donde no podemos valorar su presencia, los hemos dejado en la soledad y no lo cuidamos.

Es necesario darnos tiempo para ver nuestro origen, darnos cuenta de que sin ellos no existiríamos, y no lo pensamos por la forma en que vivimos, rápida, y sobre todo sin analizar nuestro entorno.

Me gustaría hablar de lo que significa ser adulto, desde un contexto actual, y dejar la parte emocional para otro momento. En donde vemos el adulto como una carga, un estorbo, donde no produce y por lo tanto lo tenemos que sostener familiar y económicamente.

Como en el pasado hablar de sobrevivencia era poco probable, porque la edad máxima eran 60-65 años, no había problema, pero actualmente hay sobrevidas de 90-100 años, por el apoyo de la tecnología y la medicina, nos hemos dado cuenta de que no nos ocupamos de ese aspecto, no lo prevenimos, no había la cultura del envejecimiento como tal la conocemos ahora.

Los países más desarrollados, ya la han ido implementando, pero, aun así, es un problema que aumenta en el sentido económico y de vivienda.

Tenemos una oportunidad valiosa de reconocer lo que ellos significan para nosotros y no lo hacemos, vemos a el adulto como un ser que ocasiona muchos problemas dentro de casa, hay que estar pendiente de él, hay que tomar en cuenta sus necesidades y “tengo tan poco tiempo” las prisas de el hoy, no me dejan valorar lo que si es valioso su presencia.

Cuando hablamos de cuidar a nuestros adultos, nos vamos con la idea de que son los enfermos, los que se encuentran en asilos o en estancias, pero de lo que hablamos son de nuestros adultos, de nuestros, padres, abuelos tíos, que van hacia una tercera edad.

Hay que ir creando un ambiente amigable, hay que pensar en ellos, hay que construir con criterios de inclusión, hay que crear lugares donde se pueda convivir intergeneracionalmente, no excluirlos, hay que ampliar la cultura gerontológica en todos los niveles, donde desde los pequeños sepan reconocer a los adultos, y conocer sus cambios biológicos, psicológicos y espirituales.

Dejar a un lado el proteccionismo, y mejorar cada día su inclusión en el mundo actual, capacitarlo y enseñar a las nuevas generaciones lo importante que es tener un adulto en casa y lo maravilloso que es cuidar al adulto incluido en nosotros, porque a ese no lo podemos ver, por la manera superficial con que vivimos.

Tenemos que valorar que, si no cambiamos nuestra manera de actuar en este momento, tendremos en poco tiempo una tercera edad dependiente, sola, y con muchos problemas para protegerlos, porque si no los hemos visto cómo podemos ayudarlo.

Y es aquí donde el don de la gratuidad puede obrar en nosotros, cuando de manera plena, libre y consciente me de cuenta del maravilloso Don que tengo que es la existencia misma, la cual desde ya, tengo que incluirla en mi lista de propiedades y una de ellas es la responsabilidad del cuidado de la persona, y con ella, al aprender a cuidarlos, podemos ver la belleza que nos rodea, sin los peros actuales.

Veamos a los adultos como esa oportunidad de vida diaria de amarlos, y con ello estaremos sembrando a futuro en nuestra familia, cuando hagamos planes pensemos en incluir a todos los integrantes de la familia, y ello nos ira aportando esa gama de valores que hemos perdido por dejarlos a un lado de nuestra vida.

Retomemos ese momento maravilloso del recuerdo y veremos que gran oportunidad hemos dejado pasar, y verán que bello es vivir en la inclusión llenos de amor y de oportunidad de servicio.

El adulto es toda una gama de oportunidades de experiencia, que no queremos ver, porque a nuestro criterio ya esta obsoleto, por ello lo desechamos, pero la realidad es que si  nos diéramos tiempo de oír sus relatos, sería una gran experiencia de vida.

Bertha Covarrubias Manrique
Hermosillo. Sonora

 

 

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