12 de abril de 2021

Pliego nº 147

Educar en y para la Gratuidad

Si creemos que es importante educar en y para la gratuidad porque de esta manera contribuiremos a crear un mundo y un futuro mejor para nuestros niños y niñas, lo primero que debemos plantearnos es ¿qué es educar?

Porque demasiadas veces confundimos educar con instruir. Demasiadas veces las noticias que leemos y oímos poco o nada tienen que ver con el sentido más profundo de Educar.

Lo primero que debemos tener claro es que todos y todo educa: lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, los maestros, los padres, los abuelos y todos los que leemos esto, la tele y la calle…

Para mí, educar en el sentido en que nos planteamos, es educar para conseguir que vivan plenamente el sentido de grupo, de la interdependencia positiva, del valor que aporta cada persona (¿qué podemos aprender de...? ¿qué podemos aportar a...?), de la responsabilidad colectiva con el entorno y con los que nos acompañan en el viaje.

Y cuáles serían los aspectos básicos que considero hemos de mostrar a nuestros niños y niñas para conseguir esta sociedad más justa, más feliz, más libre y más equilibrada, más basada en la colaboración que en la competencia y, por tanto, más gratuita.

Creo que una de las imágenes que mejor representa la educación es la de un camino en el que todos nos encontramos avanzando.

No es un caminar dejándose llevar, es un caminar reflexionado, imaginado, contrastado, experimentado, deseado…, aterrizado hasta convertirse en palabras, en conversación cercana, frágil y tierna, pero siempre esperanzada y optimista.

Es un camino en una época de AVE's y de tecnologías que subrayan un valor por encima de todos: la velocidad. Pues no, las personas nos educamos poco a poco, porque educar no entiende de prisas, como dar un beso o hacer una caricia.


Así pues pienso en un camino y no en una autopista porque la autopista solo tiene una justificación: el punto de llegada y la máxima velocidad.

Y hacer camino permite esperar a la persona con la que convivimos, que se ha parado a abrocharse el zapato o que necesita un poco más de tiempo para aprender alguna cosa y yo, me paro y la ayudo.

Hacer camino permite contemplar el paisaje, distraerse, maravillarse ante las maravillas del mundo y mirar de impedir la aparición de nuevos horrores.

Hacer camino potencia, porque el terreno es irregular. El hecho de que ahora tengamos que colocar el pié de una manera y más delante de otra hace que nuestros sentidos estén siempre alerta, y nos hará descubrir que nos equivocamos, pero que volvemos a probar-lo para seguir avanzando.

Hacer camino nos despierta a estar abiertos a la sorpresa que nos puede estar esperando después de cada curva.

Hacer camino juntos nos prepara para aceptar que nunca llegaremos al final, pero que el esfuerzo del viaje tiene sentido, que cada paso tiene sentido y que el viaje vale la pena. Hacemos camino juntos para tener tiempo para amarnos, a nosotros mismos y a nuestros compañeros de viaje, y para amar el mundo. Y para encontrar una fuente o para llorar porque una zarza nos ha arañado una pierna. Y para poder contemplar las estrellas y desearlas una a una o para pararse un rato porque llueve demasiado intensamente y tenemos que procurar no constiparnos.

Hacemos camino para reír y disfrutar juntos.

Hacemos camino porque somos tan ingenuos que pensamos que aún, y siempre, vale la pena hacer cosas juntos.

Hacemos camino porque somos tan sabios que sabemos que sin los demás, poca cosa somos y poca cosa llegaremos a ser.

Y en el caso de los maestros y maestras, y de los padres y de las madres, tenemos la fortuna de hacer camino con una criatura de la mano, y mientras vamos caminando les vamos diciendo el mundo y se lo vamos mostrando.

Hacemos camino con cada niño y con cada niña. Y ellos nos miran y nos recuerdan que a pesar de todo, aún y siempre, hay esperanza. Ellos son la esperanza.

Hacemos camino con cada joven, con cada adulto y con cada abuelo para enriquecernos y para educarnos en la experiencia de cada día.

Y este camino lleno de esperanza tiene para mi unas claves que lo hacen posible en toda su plenitud: la utopía, la memoria, la inclusión, la diversidad, la singularidad, la comunidad, el diálogo, los errores, el esfuerzo, el conflicto, el equilibrio, el amor, el aprendizaje, el acompañamiento, la excelencia, la equidad, la reflexión, el proyecto,…

Son la claves para hacerlo posible desde la esperanza, desde el entusiasmo y para desarrollarlo plenamente. Son las claves para conseguir, como decíamos al principio, una sociedad más justa, más feliz, más libre y más equilibrada, más basada en la colaboración que en la competencia y, por tanto, más gratuita.

Seguro que hay muchas más, pero para mí, las que ahora desarrollaré, son muy importantes.

1.- La UTOPIA. Porque la acción educativa se inscribe en un marco de esperanza.

Cada criatura y cada persona nos trae una nueva visión del mundo. Es, por tanto, una esperanza.

2.- La MEMORIA de lo que hemos construido nos permite saber de dónde venimos. Y sabemos también que todo lo que hemos vivido está recogido en el presente.

Debemos intentar leer el pasado críticamente para diseñar el presente con más posibilidades de acierto y imaginándolo conjuntamente, así se da pleno sentido al presente. Sabemos que formamos parte de un entorno, de un espacio que humanizamos con nuestra presencia.

3.- La INCLUSIÓN. La escuela acoge todas las criaturas de una manera incondicional. La sociedad que educa tampoco debería discriminar a nadie bajo ningún concepto. Hay que vigilar, eso sí, que ninguna diferencia genere una desigualdad. Todo el mundo tiene un papel que desempeñar sintiéndose parte de un proyecto común. Debemos pensar las actividades para tratar de dar respuesta a las necesidades actuales y reales de las criaturas y de las personas.

4.- La DIVERSIDAD, una riqueza. Saber gestionarla y ponerla al servicio de todos y de cada uno es un reto. Hay que procurar que cada criatura, que cada persona se sienta acogida, escuchada y amada desde su singularidad y descubra su complementariedad con los demás.

Hay que aprender a respetar todas las personas y a acoger críticamente todas las culturas. Vivirlas de una manera enriquecedora y como una oportunidad para mejorar nuestra manera de ver y de estar en el mundo.

5.- La SINGULARIDAD. Cada criatura y cada persona es un rostro, una voz, una historia. Hay que reconocer su individualidad y dar espacio y tiempo para irla reconstruyendo y compartiendo.

La educación debe ser crítica. Hay que entender que educar significa poner límites, porque el hecho de que todo sea posible no significa que todo se pueda hacer.

6.- El DIÁLOGO es un instrumento imprescindible para construir nuestra humanidad común.

Tenemos que trabajar el hábito de conversar, dialogar, poner en común nuestros problemas para sabernos sujetos activos para su solución. Necesitamos mantener una actitud de búsqueda que trate de implicar a todo el mundo.

Sabemos que no todo puede ser dialogado, que hay conductas que no pueden ser admitidas en modo alguno, ni en ningún contexto ni en ninguna circunstancia.

Debemos tratar de educarnos para no humillar a nadie, para no hacer daño a nadie de una manera intencionada, para respetar la dignidad y la individualidad de todos.

7.- Los ERRORES. Los seres humanos nos equivocamos.

Tenemos que intentar vivir el error como una oportunidad, no como una losa que frene nuestro progreso, sino que lo estimule.

8.- El ESFUERZO. No hay progreso sin esfuerzo.

Debemos procurar dar sentido al esfuerzo que hacemos para mejorar el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y del mundo para transformarlo, para humanizarlo aún más.

 9.- El CONFLICTO es inherente a la especie humana. Tenemos que conseguir que la existencia de conflictos no nos inmovilice. Lo que nos debe preocupar es no tener elementos para gestionarlos o soluciones comunes que nos ayuden a avanzar.

10.- El EQUILIBRIO. Somos cultura y somos naturaleza, corazón y cerebro, intelecto y emociones, singularidad y colectividad. Debemos tratar de no romper estas unidades.

Necesitamos discursos bien argumentados, opiniones clarificadoras, pero sobre todo necesitamos el pequeño gesto que nos humaniza.

Debemos procurar que toda pequeña acción tenga sentido y que nos haga sentir más cerca unos de otros.

11.- AMAR. No hay que avergonzarse de conjugar el verbo amar. Sabemos que la actitud elemental para educar es establecer lazos de afecto con las criaturas y las personas que nos rodean. Por ello es imprescindible saberlas escuchar atentamente y saber entender qué nos piden con el máximo grado de exactitud.

La cordialidad en el trato debe presidir las relaciones sociales. La cordialidad y la simpatía ayudan a sabernos miembros de una comunidad que trabaja para alcanzar objetivos comunes.

12.- APRENDER. El conocimiento es importante. Tenemos que intentar que el aprender sea un elemento que se prolongue a lo largo de toda la vida y que los aspectos instructivos estén inscritos en un marco referencial de valores.

Los seres humanos somos una diversidad de lenguajes. Debemos intentar cultivarlos todos y hacer descubrir su singularidad y su complementariedad.

13.- ACOMPAÑAR. Sabemos que la vida es una serie de momentos buenos y malos. Debemos tratar de compartirlos todos y no pondremos trabas a reír o a llorar juntos cuando toque.

14.- Debemos perseguir la EXCELENCIA Y LA EQUIDAD.

Debemos procurar que cada criatura y cada persona desarrolle al máximo sus competencias o capacidades y que las ponga al servicio de los demás.

15.- La REFLEXIÓN. La evaluación forma parte del proceso de enseñanza-aprendizaje. Debemos favorecer que los niños y las niñas sean conscientes de qué manera aprenden y de qué deben hacer para mejorar el proceso que los lleva a hacerse suyo el mundo como primer paso para irlo transformando. De esta manera el proceso que comienza de niños no se detendrá durante el resto de la vida.

16.- PROYECTO. Las personas, las escuelas y las sociedades son siempre un proyecto, realidades inacabadas, frágiles, tiernas, que se va construyendo poco a poco con esfuerzo individual y colectivo. Todos estamos llamados a hacer nuestra aportación a un proyecto, educar y educarnos, que es de todos desde siempre y que si miramos su esencia mantiene todavía la ilusión el primer día y su esperanza firme en un mundo que puede ser mejor con la colaboración de todos, porque todos podemos aportar alguna cosa para mejorarlo.

Mercè Saiz
Barcelona (España)

 

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