Abrirse a la alegría de la resurrección
No
es fácil escribir en tiempo de pandemia del COVID-19 sobre la alegría de la
resurrección. Pero quizás es muy oportuno. En los relatos bíblicos de los
encuentros con Jesús Resucitado, cuentan, que una vez sobrepasado el miedo y
las dudas, los discípulos se alegraron al ver el Señor (Jn 20,20).
Conocer la historia de Jesús y saber qué pasó después de su muerte, puede ser
fuente de alegría para nosotros. Cada vez más gente medita el Camino de Alegría(1) (o Via Lucis) en tiempo pascual, y seguramente les causa alegría.
Pero
pienso que cuando hablamos de la alegría de resurrección, se trata
también de algo muy profundo, íntimo, que surge en el corazón. Me acuerdo de un
sacerdote amigo que dijo: la muerte no es LA; la muerte en abstracto no existe,
lo que existe es MI muerte, TU muerte, etc. Entonces podríamos decir
analógicamente: LA resurrección en abstracto no existe; lo que existe es MI
resurrección, TU resurrección…
Quizás vale la pena revisar, nuestras ideas sobre la resurrección. La resurrección
no es una consolación después de la muerte, no es una pieza de recambio para
seguir con una vida como antes, no es tampoco la supervivencia de un alma
inmortal despojado de su corporalidad… La resurrección es un don de Dios Padre:
con su fuerza creadora nos arranca del poder de la muerte y nos hace resurgir.
Un don nunca se impone, hay que abrirse a ello. Es como un regalo que recibes, si no lo abres no sirve de nada. Dios nos ofrece ya desde hoy una vida nueva, resucitada… ¿Cuál es la llave para abrir este regalo?, ¿Como abrirnos a la resurrección? Yo diría: ¡Abrazando nuestra muerte! Solo si acepto con alegría el hecho de ser limitado, el hecho de tener que morir un día, puedo experimentar, ya aquí y ahora, la alegría de la resurrección. Una alegría profunda que nos libera de muchos miedos, de muchas ataduras, de egoísmos. Un motor potente para lanzarse al mundo, a servir y a amar. Estoy convencida que, para pasar la crisis que estamos viviendo, el mejor motor es abrirnos esta profunda alegría de la resurrección.
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