Reconciliación y fiesta
Pero este volver a la asamblea, a la unión y al acuerdo; no puede ser desde la fuerza o la imposición de una de las partes. Para la reconciliación es imprescindible la voluntad de todas las partes.
Un claro ejemplo de las actitudes necesarias para la reconciliación nos la da la parábola del hijo pródigo o del padre misericordioso:
Lucas 15, 11-32 (…) Así que se puso en camino y regresó a casa de su
padre. “Todavía estaba lejos, cuando su padre le vio; y sintiendo compasión de
él corrió a su encuentro y le recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo:
‘Padre, he pecado contra Dios y contra ti, y ya no merezco llamarme tu hijo’
Pero el padre ordenó a sus criados: ‘Sacad en seguida las mejores ropas y
vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traed el
becerro y matadlo. ¡Vamos a comer y a hacer fiesta, porque este hijo mío estaba
muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y le hemos encontrado! Y
comenzaron, pues, a hacer fiesta. (…)
ü La actitud del hijo de reconocer sus errores. Es el pasó
previó y necesario para la reconciliación.
ü La actitud del padre de espera, lo recibe con los brazos
abiertos. No hay reproches en la actitud del padre. El padre no le recuerda al
hijo sus errores. En los tratados de paz después de una guerra, los vencedores
imponen sus condiciones a los vencidos. No puede haber reconciliación desde la
fuerza, desde la superioridad.
ü El padre restituye al hijo la dignidad perdida: vestidlo,
ponedle un anillo y calzarlo.
ü La reconciliación conlleva alegría, conlleva fiesta.
Una prueba de la verdadera reconciliación es la alegría.
Busco en el diccionario el significado de la palabra alegría y dice en sus dos
primeras acepciones:
Sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores. Palabras, gestos o actos con que se expresa el júbilo o alegría.
Sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores. Palabras, gestos o actos con que se expresa el júbilo o alegría.
La alegría es la consecuencia de la reconciliación. No
puede haber reconciliación sin alegría. No puede haber reconciliación sin
humildad por todas las partes
Tiempo de cuaresma, tiempo de reconciliación, pero
también de alegría. Alegría es también tiempo de espera.
Lucas 1,44 Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido
de alegría en mi vientre.
Mateo 28,8 Las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro,
asustadas, pero, a la vez, con mucha alegría, y corrieron a llevar la noticia a
los discípulos.
En esta cuaresma, estemos atentos, reconciliémonos con las personas que tenemos cerca, seguro que será motivo de alegría.
Alberto Antúnez
Barcelona
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