12 de diciembre de 2019

Pliego nº 131

Las Nuevas Creencias


Una definición bastante generalizada y aceptada del significado de la palabra 'hombre', es que es considerado como un ser libre, inteligente y capaz de amar; si además añadimos que es un ser social, es decir, se desarrolla y crece relacionándose con su entorno, o dicho en palabras más actuales, que está dentro de una red de nodos que interactúa de manera constante, podemos visualizar algunas de las claves que son el motor del individuo.


El devenir de la persona, y el posible desarrollo del potencial del ser, surge del actuar y de cómo asumir la respuesta que se genera como efecto boomerang. Con ello, la persona se va desarrollando y descubriendo que es aquello que lo mueve, y adquiriendo el conocimiento de cómo vive desde su propio interior, a pesar de que a menudo no es capaz de tomar conciencia de las acciones realizadas.




Por otro lado, podemos entender la creencia como un juicio de valor, idea o generalización mental no lógica ni razonada que se percibe como realidad y que puede haber sido instalada por la experiencia de alguna vivencia o por aprendizaje, no siempre con conciencia de haberse adquirido. Dicen los entendidos que las creencias más importantes son las convicciones y los prejuicios.


Si estos antecedentes los conglomeramos con el entorno en el que vivimos, donde una de las claves que lo define es el constante cambio, empezando por una evolución exponencial de la tecnología, así como también de las nuevas relaciones que se están generando entre personas y grupos, obtenemos un entorno de desarrollo para el ser, complejo. En este mundo complejo se está produciendo una rotura entre la evolución del mundo tecnológico, y el crecimiento de las personas dentro de este nuevo paradigma, generando ciertas tensiones expresadas de muy diferentes modos en distintos ámbitos de las sociedades. 


Frente a este nuevo escenario, se están produciendo nuevas maneras de responder, y por lo tanto se generan nuevas creencias que orientan las acciones de las personas. Hemos entrado en la época donde el ocio, la comunicación “expres”, el crecimiento personal, las redes personales, adquieren una mayor relevancia frente a otros aspectos, que van quedando en un segundo término.


También se están utilizando nuevos lenguajes, como expresión de aquello que acontece. Lenguajes apoyados en la vivencia emocional de las personas, y como, desde esa emocionalidad se realiza una narrativa de la realidad distinta.


No siempre, en estas realidades complejas, las personas pueden encontrar entornos que faciliten el desarrollo del potencial interior que tiene cada individuo, respetando su libertad. Por ello a menudo, las personas deberán emigrar, como hacen los pueblos nómadas, hacía lugares, espacios o entornos, donde sea posible el crecimiento y reivindicación de cada ser. Esto nos permitirá responder a nuestras inquietudes más hondas, y este sí que es un cambio de creencias que se ha generado en los últimos años, y ha venido para quedarse.


La superficialidad, es un elemento que aleja al ser, cada vez más de poder llegar a tomar conciencia de sus creencias, por lo que se deja en manos del entorno el modelaje de las mismas. Elementos como el silencio, la reflexión y el diálogo, pueden dar claves de profundidad, para tomar conciencia, desde la revisión de lo que es la persona, de sus creencias, y por lo tanto, de cual es el motor al actuar. El tiempo ayuda a aposentar las experiencias, y es capaz de dejar el poso suficientemente arraigado para se convierta en creencia, y sea rumbo de nuestro actuar.

Ignasi Batlle
Barcelona


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