12 de agosto de 2018

Pliego nº 115



Lo que recibiste gratis dalo gratis


Este fue el consejo que me transmitió un amigo hace muchos años, en una enjundiosa conversación acerca del regalo de la vida, cuando había una posibilidad remotísima de que yo hubiera nacido. Como si fuera poco, recibí además el regalo de sentir una filiación con un Dios que es Papá.

Un regalo tras otro. ¡Todo lo fundamental es un don que recibimos!

Si miramos el diccionario de la  RAE, se define el término don como  dádiva, presente o regalo. Gracia especial o habilidad para hacer algo. Esto significa que, además del hecho de existir, tenemos aún más dones. “Tener un Don” se define como una cualidad  que nos hace especialmente, creativos, capaces de comunicar a los demás, de hacer las cosa bien y con facilidad. Normalmente surge de forma espontánea, y muchas veces precozmente.

A lo largo de la historia han habido personas que destacaron en diversas áreas del saber, en la ciencia, en las artes, ante el asombro y la admiración de la mayoría; y ello fue posible a partir de unas cualidades connaturales, que además cultivaron y trabajaron, pero que evidenciaban desde pequeños una particular disposición natural para hacer sin dificultad alguna actividad que para la mayoría de las personas requeríaun gran esfuerzo.

Ante esta reflexión sobre los dones y las aptitudes naturales de las que puede estar dotada cada persona, del modo en que los vive, los usa, cultiva y comparte, me surge una cuestión ¿qué pasa con los dones sobrenaturales, las gracias que recibimos del Espíritu Santo?

Desde mi vivencia de fe puedo sentir la misteriosa experiencia de la acción de la gracia de Dios en mi vida, pero me pregunto si se puede dar razón, se puede comunicar esta experiencia y compartir con aquellas personas que no han recibido el don de la fe.

¿Qué lenguaje usar para comunicar de modo que entusiasme a otros, que lo haga creíble?  En el Nuevo Testamento se nos dice que “somos templos del Espíritu Santo”, y en consecuencia recibimos sus dones. Por tanto, tenemos que conocer mejor, acoger, meditar y cultivar los dones que este dulce huésped del alma nos regala.




Dones del Espíritu Santo

1.    SABIDURÍA
Nos hace mirar la realidad con los ojos de Papá Dios. Contemplar la creación  y sus criaturas. ”… Y vio Dios que era bueno…”. Gn, 1.Sin juzgar.
Conocer y amar el misterio de la vida desde la aceptación de nuestra  pequeñez y el abandono en manos del creador.

2.    ENTENDIMIENTO
Para ahondar en la voluntad del Padre expresada en su Palabra; con este don, cualquier persona puede saborear y comprender a Dios sin ser erudita. Abiertos y dóciles a la Palabra se puede otear los signos de los tiempos, y de algún modo ser profetas. “Entonces el Señor extendió su mano y tocó mi boca. Y el Señor me dijo. “Yo he puesto mis palabras en tu boca”. (Jeremías 1,9). 

3.    CIENCIA
Por este don se nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. 

En nuestro tiempo el gran desarrollo delas ciencias ha llevado a absolutizarlas, olvidando a Dios; por el don de Ciencia se descubre la distancia entre lo creado, de gran belleza y magnificencia, pero a pesar de todo limitado, y su Creador infinito e inabarcable.


4.    CONSEJO
Con el don del consejo, todo se simplifica y se ilumina bajo la acción directa y especial del Espíritu Santo. Ante los cambios del mundo y de los nuevos modos de convivencia, hay que explorar aptitudes que capaciten para interpretar los nuevos modos de comportamiento sin perder que Dios sea el centro de nuestra existencia.

5.    FORTALEZA
La fortaleza nos capacita para  perseverar en el bien sin cansarnos, superando toda clase de contrariedades; el don de fortaleza nos ayuda a superar la timidez, la tibieza, soportar la incomprensión y las amenazas.

6.    PIEDAD
Este don de piedad nos comunica el amor y la compasión a las personas en tanto que vinculadas a la paternidad de Dios y la fraternidad en Cristo. Nos abre a la ternura como base para la relación con Dios Padre y con los hermanos. Este don está en la raíz y fundamento de una nueva comunidad humana que tiene su base en la Civilización del amor.

7.    SANTO TEMOR DE DIOS
Se podría entender como miedo humano, pero en realidad se refiere a la responsabilidad y fidelidad a Dios reconociendo nuestra pequeñez ante la inabarcabilidad de nuestro creador. La conmoción que produce el sentirnos seres limitados y pecadores frente a la inmensidad de la misericordia de Dios nos lleva a una delicadeza en el trato entre aquellos que por amarse temen lastimarse.

Estos dones son para las personas, pero también y sobre todo para estrechar los vínculos de comunión. En Pentecostés el Espíritu Santo viene sobre la primera comunidad de los Apóstoles con María en medio de ellos. La comunión, el ser un solo corazón, posibilita que el Espíritu pueda regalar sus dones. Pero además, los dones fortalecen y extienden la fecundidad de esa comunión. Por tanto,  estos regalos no son únicamente individuales, sino que son dados a la comunidad, para la comunidad y para el bien del mundo. Los dones del Espíritu Santo crecen y se expanden cuando se cultivan de un modo colaborativo, compartido y en aras del bien de la humanidad y de toda la creación.

Remedios Ortiz
Madrid (España)


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