12 de junio de 2018

Pliego nº 113


Vivir, don y milagro


El otro día en una conversación entre conocidos una persona comentó sin darle demasiada importancia que su abuela en una ocasión con rotundidad afirmó que “no estamos dotadas para pedir, la vida está para vivirla con todo lo que nos da”, bien algo así. 

Al principio no le vi demasiada enjundia al tema, pero con los días me ha ido viniendo esta idea a la cabeza en distintos momentos y con diversa interpretación.

En todas las reflexiones aparece la idea de don, de gratuidad, de ser regalado. La vida no la hemos pedido, ni siquiera hemos podido desearla o esperarla, simplemente nos ha sido dada, regalada, ofrecida,... Y así ha sido totalmente, una vez recibida la vida ya es nuestra, de cada uno. 



Es el gran regalo, el que posibilitará todo lo restante, todo lo que gracias a ello emergerá, quizás  por esa capacidad de trascendencia la vida es más don que regalo. Sí, el don tiene un matiz de magnificencia, de solemnidad, yo diría de divinidad, y la vida es magnífica, solemne, divina... Lo es en sí misma, más allá de lo que hagamos con ella.

Es en este sentido que la frase de "no estamos dotadas para pedir" toma para mí un especial sentido, ¿qué podemos pedir si ya todo nos ha sido dado? Sí, el todo más grande que podemos recibir ya nos ha sido donado sin ni siquiera saberlo nosotros. 

Es ésta sea en esencia lo más importante de esta reflexión, no estamos dotados para pedir nada porque potencialmente lo tenemos todo, sí, al darnos la vida estamos dotamos para vivirla y vivirla en plenitud.

Y seguramente, porque la vida se vive, hagamos nosotros lo que hagamos, la vida transcurre, nos es tan difícil darnos cuenta de que vivir es suficiente y maravilloso.

Hace algunos años acompañando a una persona que estaba viviendo sus últimas horas, no era mayor pero tenía una enfermedad terminal que le había sido diagnosticada pocos días antes, en una conversación mientras tomábamos el aire en la terraza del hospital, le pregunté que era lo mejor que le había sucedido en la vida, él sin dudar me respondió con asombrosa seguridad, “la vida, vivir es el mejor regalo”, no pude responder.

Él nunca supo el gran regalo que me ofreció en aquella última tarde de su vida, su historia no había sido afortunada, era una persona que había sufrido mucho, en cambio, supo reconocer la grandeza que tenemos en nuestras manos, la propia vida y agradecerla por encima de todo.

Quizás debemos vivir más el momento presente, siguiendo a Raimon Panikkar de quien celebramos el centenario de su nacimiento, “Quien no vive el asombro y el milagro de cada día, no vive” porque cada día nos ofrece infinitas oportunidades de asombrarnos porque estar vivo es un milagro en sí mismo y posibilita infinitos milagros cotidianos.

¡Vivamos y asombrémonos!

Esther Borrego
Barcelona (España)

1 comentario:

Ramon Santacana dijo...

Muy buen articulo. Gracias Ester