12 de noviembre de 2013

¿No está ardiendo mi corazón?


“Dios mío, ven en mi auxilio” Con esta oración, sencilla y conocida, comienzo cada madruga mi nuevo día, mi tarea, mi viaje, cualquier quehacer de mi vida..... Repito cada mañana y en muchos momentos significantes esta misma frase y ello me da una fuerza muy oportuna. 

 “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” Para mi esta frase es una plegaria, una oración, de las que más me gustan. Con ella, termino mi día, el estudio, la visita, la clase, la comida…… Es la oración que más me levanta el corazón hacia el Creador. Esta frase, esta oración, me hace recordar mi existencia, la relación y la amistad con el Padre. 

¡Qué hermosas son estas oraciones breves! Dice Santa Teresita que una oración breve a Dios Padre es eficiente, como si fuera una flecha disparando directamente al corazón del Señor. Es cierto. A través de ella, me siento muy acompañada, unida, comprendida por el Señor, por todos “hermanos¨” y “hermanas” que vivís en cualquier rincón del mundo, claro, a través de la Iglesia Universal. Cuando la pronuncio me pregunto y pregunto a mi alma: ¿está ardiendo mi corazón?

Claro que sí. Mi corazón está ardiendo. Ardiendo, porque existo y puedo experimentar lo que les pasaba a los dos discípulos de Emaús, del desconocido al conocer; de la ilusión a la desesperanza; de la tristeza a la felicidad ardiente…… Yo creo y compruebo que cada día, el ánimo va cambiando, pero la presencia de Dios Padre no se separa de mí ni un minuto; las emociones se van y vienen, pero el amor de Dios es firme; la fe puede ser débil, pero la misericordia del Señor es eficaz. Es por ello que ruego, renovando mi promesa todo el tiempo: “Tú eres mi Todo” Ante Él todo, me llena la alegría, me da esperanza. Para mí, esta esperanza no es una gracia muerta, sino que es un don activo de Dios Padre que me ayuda ser más valiente y atrevida. Dice el Papa Francisco: “La esperanza es un riesgo, es una virtud arriesgada, pero es una hermosa virtud” Así que rezo como la madre Teresa de Calcuta suplicando: “Dios mío, ven en mi auxilio, como yo escojo libremente para amarte, me quedo aquí con todo mi voluntad, hago todo lo que deseas de mi. Señor mío, ya sé que me ayudas, seguro, segurísimo. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. 

Clara Chen 
(Asia)


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