12 de septiembre de 2009

Pliego nº 8...............................'2ª Etapa'


Virgen de la Mercedes, redentora de los cautivos

El próximo 24 de septiembre, se celebra la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona (España) y de muchos otros lugares de América Latina, ya que su imagen presidió la primera misa en el continente americano.

La Merced nos recuerda una cuestión muy básica para el ser humano: la libertad. Sí, porque esta advocación es, precisamente, la de ser “redentora de los cautivos”, la que vela por devolver la libertad a aquellos que la han perdido, o la tienen reducida o condicionada innecesaria o injustamente. Nuestra libertad es limitada, pero aún siendo limitada es lo más fundamental de la persona humana, lo que más nos asemeja a Dios.

Pensando en los colectivos que hoy sufren por falta de libertad, no podemos hablar únicamente de los que están en prisión. También existen muchas personas que aparentemente viven en libertad, pero que en realidad están prisioneros de su entorno, de su ambiente, de la misma sociedad de la que forman parte.

Uno de estos colectivos, que más sufren restricciones de sus libertades, es el de las mujeres, es decir, más de un 50% de la humanidad. La sociedad occidental, ha avanzado mucho, es cierto, en la situación de las mujeres, pero aún queda mucho trabajo por hacer, mucho camino por recorrer en el itinerario de dignificación del ser y del papel de las mujeres en nuestras sociedades. Mientras las mujeres no sean reconocidas en su completa dignidad, mientras no puedan desplegar con plena libertad su manera de ser, sus cualidades, su particular manera de ver y vivir sus relaciones con el entorno, no será posible que nuestra sociedad viva en paz.

Pero, si esto sucede en las sociedades occidentales, tan sensibles al tema de los derechos humanos, ¿que podríamos decir de otras culturas en donde la mujer aún es considerada como un cero a la izquierda? No podemos quedarnos impasibles ante esta injusticia. Clama al cielo por su ataque a la dignidad del ser humano en su conjunto, hombres y mujeres. Mientras las mujeres no sean reconocidas por completo, en el fondo tampoco lo están siendo los hombres, que no pueden desarrollar armónicamente sus relaciones, ya que su interlocutor no está al mismo nivel.

Los hombres, con gran delicadeza, escuchando a las mujeres y con decisión, han de sentir como propia la tarea de luchar por la libertad de las mujeres. En el fondo, se trata de la lucha por el reconocimiento de la dignidad del ser humano que nos corresponde a todos.

Diego López-Luján
República Dominicana


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