Ser Persona: el camino a la felicidad
La vida es un espacio de realizaciones, donde cada individuo intenta alcanzar metas personales y colectivas que le den sentido a su existencia. Aun así, este intento, por si mismo no genera felicidad sino se acompaña de una visión que trascienda del egoísmo a la solidaridad, del ser individuo a ser persona.
La persona:
“… es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla por añadidura impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación (Mounier, 1995: 42).
Como podemos entender desde la
definición de Enmanuel Mounier, padre del personalismo, ser persona supone un
transitar de lo material a lo espiritual e implica apego a valores, asumidos en
libertad, creatividad y vocación, características que no se construyen desde la
individualidad sino desde la colectividad y la solidaridad: desde la persona o
estructura esencial donde podemos guardar las más valiosas experiencias de la
existencia.
Dentro de la jerarquía de valores que se hacen necesarios para la construcción de la condición de persona destacamos el valor de reconocer la dignidad de la persona humana que trasciende raza, credo, sexo o condición social que se ocupe y la acogida del huérfano, la viuda y el extranjero, entre otras cosas.
Siempre nos llama a profunda reflexión la evidencia, cada vez más extendida en todo el mundo, de que ser persona no es un acto de generación espontánea y mucho menos una condición aneja a la vida biológica del hombre y a mujer. Cada vez vemos más muestras de que ser persona es un acto consciente de conversión diaria, a través del ejercicio libertario de crearse y recrearse día a día en la mejor versión de nosotros mismos que sea posible.
Ser persona demanda de nosotros, los que aspiramos a serlo, un diario renunciar a los espejismos de un mundo cada vez más diluido en la insensibilidad de la sociedad del descarte, de las prácticas religiosas fetichistas, de las ausencias de la propia interioridad, pero también, un ver el rostro del otro y reconocerlo como igual.
Cuando logramos dar el salto a la condición de persona, también se inicia el camino hacia la realización personal y colectiva que lleva a la felicidad. No la felicidad hedonista de la que tantas muestras vacías de propósitos tenemos, sino a la felicidad de una vida lograda , de la comprensión del otro, de la compasión y la solidaridad tierna, que conduce a vivir en armonía y donación interna y externa con los demás.
El camino a la realización del ideal de ser felices pasa por convertirnos en personas con los otros. Convertirnos en persona es el camino interior de liberación y del ejercicio de la ternura del alma, que conduce a la vida plena y a la felicidad hasta donde la podemos alcanzar.
Alina J Bello Dotel
Rep. Dominicana
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Referencias
Mounier, Emmanuel (1980) El Personalismo. 12.ª edición: Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
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