Resucitar en Cristo
Se dice, y san Pablo (1) lo expresa claramente, que en el Bautismo uno muere y resucita en Cristo. Pero aunque uno reciba el bautizo, el cuerpo sigue igual después del rito; se muere y resucita aun cuando se es el mismo de antes en inteligencia, en mente y en espíritu. Entonces, ¿qué es lo que muere y qué es lo que resucita en Cristo, por el Bautismo?
Así como María desde el principio fue Inmaculada, nosotros tenemos que llegar a ser inmaculados; aunque no desde el principio, lo hemos de llegar a ser por la penitencia. Tal como Magdalena llegó a ser inmaculada por la penitencia (“si muestra mucho amor es que se le perdonaron todos sus pecados” Lc. 7,47). Ambas, María y Magdalena, estuvieron al pie de la cruz.
Jesús de Nazaret, hombre verdadero, con su voluntad, inteligencia, mente, espíritu, ... nunca fue “hombre viejo", nunca tuvo un ‘yo’ viejo.
En cambio nosotros, el ‘yo’, mi persona humana, eso es precisamente lo que muere y resucita en Cristo: éste es el misterio, que es como la guinda de los pasteles. Yo, que soy yo en concreto, el “hombre viejo”, es mi persona la que muere y resucita a ser un “hombre nuevo”. Sin embargo, el “hombre viejo” siempre quiere rebrotar, a menudo está rebrotando, y muchas veces hemos de pisotear este brote, para que podamos decir: “ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”(3).
¡Es Cristo quien vive en mí! Ésta es la Resurrección: resucitamos en Cristo. Nos hacemos como Cristo. Somos “cristos”, todos unidos; y siendo todos uno, nos podemos amar porque somos uno. Porque todos somos Cristo, este Cuerpo Místico suyo.
Si para casarse a los cónyuges se les dice: tenéis que ser tan uno, que sois una sola carne, que quiere decir una sola personalidad: lo que desea uno lo desea el otro, lo que sufre uno lo sufre el otro…; porque son uno. Al casarse mueren a sus individualidades opuestas y resucitan siendo una unidad, donde lo dispar se potencia en unión. Si eso es verdad y eso es el sacramento del matrimonio, cómo no va a ser esto mucho más verdad cuando el desposorio del que se habla es el de Cristo y su esposa Iglesia. Esto es resucitar.
1. Col 2,12: “por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y con él también habéis resucitado”.
2. Ef 4,22 “despojaros del hombre viejo... y revestios del hombre nuevo creado en según Dios...”
3. Gal 2,20
Así como María desde el principio fue Inmaculada, nosotros tenemos que llegar a ser inmaculados; aunque no desde el principio, lo hemos de llegar a ser por la penitencia. Tal como Magdalena llegó a ser inmaculada por la penitencia (“si muestra mucho amor es que se le perdonaron todos sus pecados” Lc. 7,47). Ambas, María y Magdalena, estuvieron al pie de la cruz.
Jesús de Nazaret, hombre verdadero, con su voluntad, inteligencia, mente, espíritu, ... nunca fue “hombre viejo", nunca tuvo un ‘yo’ viejo.
En cambio nosotros, el ‘yo’, mi persona humana, eso es precisamente lo que muere y resucita en Cristo: éste es el misterio, que es como la guinda de los pasteles. Yo, que soy yo en concreto, el “hombre viejo”, es mi persona la que muere y resucita a ser un “hombre nuevo”. Sin embargo, el “hombre viejo” siempre quiere rebrotar, a menudo está rebrotando, y muchas veces hemos de pisotear este brote, para que podamos decir: “ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”(3).
¡Es Cristo quien vive en mí! Ésta es la Resurrección: resucitamos en Cristo. Nos hacemos como Cristo. Somos “cristos”, todos unidos; y siendo todos uno, nos podemos amar porque somos uno. Porque todos somos Cristo, este Cuerpo Místico suyo.
Si para casarse a los cónyuges se les dice: tenéis que ser tan uno, que sois una sola carne, que quiere decir una sola personalidad: lo que desea uno lo desea el otro, lo que sufre uno lo sufre el otro…; porque son uno. Al casarse mueren a sus individualidades opuestas y resucitan siendo una unidad, donde lo dispar se potencia en unión. Si eso es verdad y eso es el sacramento del matrimonio, cómo no va a ser esto mucho más verdad cuando el desposorio del que se habla es el de Cristo y su esposa Iglesia. Esto es resucitar.
1. Col 2,12: “por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y con él también habéis resucitado”.
2. Ef 4,22 “despojaros del hombre viejo... y revestios del hombre nuevo creado en según Dios...”
3. Gal 2,20