12 de octubre de 2023

Pliego nº 177

 
LA PIEL DEL ALMA

Fueron muchas horas a lo largo de cuatro años en los que nos encontramos cada semana… La noticia de la enfermedad llegó por sorpresa, como siempre suele ocurrir. La ELA era desconocida para él y, la primera pulsión no fue otra que buscar información… La segunda fue buscar ayuda… Y así nos encontramos… 

“El tiempo” se convirtió en el mayor tesoro. Un tesoro que se iría gastando irremediablemente le sacase o no partido… y decidió sacárselo… 

Fue en esas sesiones semanales en las que se fue perfilando el camino, en las que se fue gestando la aventura, en las que el aventurero se vistió de héroe con un traje rígido, incómodo, exigente y desagradecido… 

El traje paralizaba poco a poco sus músculos, pero indicaba nítidamente por dónde transitaba la aventura… 

Cada músculo que fallaba permitía resaltar aquellos que aún no fallaban para aprovecharlos al máximo… La enfermedad permitía agudizar el “sentido de la existencia”, uno mayor que los cinco a los que estamos acostumbrados para relacionarnos con la vida… 

Cada pérdida podía convertirse en una despedida agradecida de un gran amigo que siempre estuvo ahí sin pedir nada a cambio… El cuerpo dejó de ser un enemigo que lo enfermaba, sino un amigo que se gastaba por él… 

Y el héroe prosiguió su aventura atesorando instantes, disfrutando cada decisión, celebrando cada despedida… 

La cuesta aumentó su inclinación y la pendiente se hizo más dura… Las manos dejaron de prestar sus servicios y la humildad fue su próxima conquista… No, no es fácil dejarse ayudar… La heroicidad, tal y como se conocía, no parecía que tuviese otra función que la de ayudar a los demás… Nunca imaginó que había una profunda y apasionante trastienda detrás de ese escaparate… 



Y se adentró en ella, y venció en la batalla más compleja y más discreta: la batalla frente al ego… Esa hazaña no aparecería en ningún libro de historia, no sería portada de ningún informativo, sólo en el interior de su faro se encendería una apasionante luz… Una luz que sería vista por aquellos que navegaran en la oscuridad, por aquellos que se adentraran en los mares de la existencia y surcaran los océanos, pero pasaría desapercibido para los que simplemente viven en la orilla o fondean cerca del espigón de la vida… 

Pues el héroe, con capa de hierro y traje de plomo, continuó su marcha, cambiando los zapatos por ruedas cuando las piernas se despidieron exhaustas y generosas… 

Fue otro abrazo agradecido de profunda amistad… Y tiempo y yo fuimos testigos… 

La lengua ya flaqueaba, pero se esforzaba en ayudar a cristalizar los pensamientos en palabras… Las frases fueron más cortas, en tamaño y en distancia, ya que el aliento fallaba, y sólo alcanzaban unos pocos centímetros de distancia… Hasta que se hizo inaudible y la lengua y la garganta se despidieron entre lágrimas de felicidad por los tiempos compartidos… 

Tragar ya no fue posible y la boca y la garganta se convirtieron en simples testigos inmóviles de un héroe que atravesaba nuevos y desconocidos senderos… 

Y la vida continuaba abarcando cada vez menos espacio exterior y más profundidad interior… 

Las palabras eran dictadas al ritmo lento y tedioso del deletreo de los párpados… Las ideas debían ser comprimidas en una o dos palabras, pero antes, los pensamientos debían ser seleccionados para pasar el filtro de lo importante, de lo que merecía ser comunicado… 

Y él héroe continúo ataviado con los pesados ropajes ya petrificados y atesorando su último y apasionante tesoro: él mismo… 

Seguía manteniendo el músculo más rebelde y creativo, más apasionante y complejo, el compañero más fiel o el enemigo más temible: el pensamiento… 

Cada instante era tedioso o fugaz… El tiempo era enemigo, compañero o un simple invitado… Y la lucha continuó… 

Y aún continúa… La batalla más apasionante se está viviendo ahora mismo al otro lado de la piel… La piel del alma… Y esa batalla pasa desapercibida para el mundo, excepto para aquellos que abren los ojos del alma… 

Cada sesión cambió al testigo de todas esas batallas… La consulta que cada semana era una oportunidad de ayudar y acompañar a un enfermo, se convirtió en una maravillosa lección de vida, en un privilegio exquisito, en un espacio en el que cada instante era infinito y en el que la existencia podía ser abrazada… 

Y las sesiones cambiaron la ubicación, de la silla de la consulta al sillón, del sillón a la silla de ruedas; de la silla de ruedas al sillón de la casa, y del sillón de la casa a la cama… Pero la ubicación existencial no cambió nunca: siempre fue de corazón a corazón, suspendidos en el tiempo sin importar el espacio… 

Después de todo ello, cuando miro a sus ojos puedo descubrir con alegría que el héroe sigue allí, que la batalla continúa y que esa batalla no es sólo de él, también lucha por mí, ¡por todos!… 

El héroe sigue siendo héroe, y al final, descubro con entusiasmo que, en realidad, siempre estuvo ayudando a los demás, siempre lucho por todos, dibujando el mapa del tesoro, los pasos por lo que surcar la aventura más maravillosa, alimentando la esperanza, la fe y el amor… 

Mira sus ojos conmigo, atraviésalos con tu mirada y escucha lo que te dicen, porque si lo haces, descubrirás que no sólo hablan, sino que proclaman… Así que adéntrate conmigo y con mi imaginación y escucha el eco que resuena en el interior de su alma: 

Pero no puedo decírtelo porque la ELA ya no me deja hablar…”. 

Amigo de Corzo

 

Atisbo

Imagen acompañada de un escrito o pensamiento de Dolores Bigourdan (Canarias 1903 - Barcelona 1989) con el fin de ofrecer un espacio de reflexión. 

 

En Clave de 'Ser' - Contemplar

 

 

En Clave de Ser, un montaje radial, elaborado por el equipo del Espacio Dolores Bigourdan, para ayudar a la meditación y la reflexión.